viernes, 26 de junio de 2009

Le arrancarías

¿Le arrancarías las alas a un pájaro?
Entonces,
¿Por qué lo metes en una jaula?

miércoles, 24 de junio de 2009

Nos guardamos


Nos guardamos el dinero,
los cheques, los pagarés,
las propinas, los aguinaldos,
la calderilla.
Nos guardamos hasta los besos,
los abrazos, las cartas de amor,
y las palabras que nos dijimos un día,
eso sí, sin mucho viento.
Nos guardamos las cosas que heredamos,
las que nos encontramos, las que nos regalaron
- a pesar de que nunca supimos
bien bien qué hacer con ellas -.
Nos guardamos lo que compramos
aunque nos quede grande o pequeño...
Nos guardamos tantas cosas
creyendo que así
podremos llegar
a dejar de ser pobres...
A dejar de tener que pagar
una hipoteca asfixiante,
a dejar de deber dinero en la gasolinera,
a empezar a tener de sobras
en el banco, en la cartera,
en el bolsillo, en el corazón,
en el estómago y hasta en la nevera...
Guardamos, compramos,
poseemos - nos poseen - ...
Con lo fácil que sería comprender
que tan solo dando podemos ser ricos.

*Inspirado en la cita de Vicenç Ferrer: "Si quieres ser rico, da, si quieres ser pobre, no des nada a nadie"

lunes, 22 de junio de 2009

Cielo...


Cielo,
llegado el momento,
- y no me quejaré si llega
antes que tarde,
si llega más lejos que cerca
de mi casa y de mis padres,
de mi perro y de mis libros,
de mis sobrinas y de las carpetas
donde guardo mis poemas -,
cielo,
llegado el momento,
- y prometo no lamentarme,
ni culparte cuando
deba retirarme en silencio,
como si nunca hubiera existido
de este mundo que a veces
se me queda grande -,
podría, llegado ese momento
en que la muerte venga a buscarme,
podría,
no pido nada más...
¿podría morir de amor?

*Inspirado en la ária "Furtiva lagrima" de la ópera "L'elisir d'amore" de Donizetti

P de Parto


Qué doloroso es el parto
en el que yo misma me doy a luz.
Cuántas contracciones por minuto
para emerger a la resurrección de mi vida.
Cuántas inspiraciones controladas,
cuántas lágrimas reprimidas
para nacer como hija de mí misma
y amamantarme como mi propia madre.
Qué gestación más larga,
veinte años embarazada,
cuánto tiempo invertido
en volver a crearme,
en volver a bautizarme.
Qué experiencia tan humana
asistir en directo
a mi propio nacimiento
y ayudarme como comadrona
a empujar siempre hacia adelante.

La busqué


La busqué en lo alto de las montañas pirenaicas,
y en las profunidades del Mar Mediterráneo.
Me fui a cazarla en el coto que hay
demasiado cerca de mi casa,
a pescarla en el lago donde solo
nadan neumáticos muertos,
y hasta arrancarla, como si fuera una seta,
en los bosques húmedos y sombríos de La Mata.
Cogí aviones hasta África,
América, Australia.
Pregunté en todas las oficinas
de objetos perdidos,
en las protectoras de animales,
en las residencias de ancianos
y hasta en los orfanatos.
Llegué exhausta a casa,
frustrada y ya sin nada que perder,
supe que había pasado demasiado tiempo
creyendo que mi vida
estaba en cualquier otra parte.

domingo, 21 de junio de 2009

Ámame


Ámame,
pero no me honres con la exclusiva de tu amor.
Yo no aspiro al privilegio de ostentar el monopolio
de tus palabras de cariño,
de tus abrazos de oso amoroso,
de tus miradas de afecto profundo,
o de tu atención y de tu ternura y de tus caricias.
Ámame,
pero no te olvides de amar también
a todo aquello que te rodea,
a todo aquel que te acompaña.
Ámame,
pero no pienses,
que me amas más
por amar menos a otros.
Ámame,
pero no me dejes sola en tu corazón.


miércoles, 3 de junio de 2009

Esta no es la primera vez

Esta no es la primera vez que empiezo a escribir un libro. Ya otras veces me he puesto delante del ordenador tratando de contar algo que pueda interesarme releer más tarde. Creo que yo soy la primera lectora perezosa de mis escritos.

El problema surge siempre cuando intento darle una forma homogénea a lo que escribo. Siento la imperiosa necesidad de etiquetar bajo patrones literarios todas estas páginas llenas de palabras que cómo único denominador común – perdonen la jerga matemática – tienen el haber sido tecleadas por mis dos manos raquíticas, demasiado pequeñas, feas, anchas y cortas, aunque eso sí, veloces en este arte mecanográfico que aprendí a fuerza de clases con máquinas de escribir de las antiguas. Luego, claro está, he alcanzado cotas de velocidad en pulsaciones que crean una musiquilla a ritmo de rock bastante graciosa, sobre todo cuando en medio de una silenciosa biblioteca pública, yo me doy prisa por acabar el trabajo de Historia.

Como lectora empedernida – signifique lo que signifique ese adjetivo que tiende a acompañar esta afición – me muevo entre la constante contradicción de querer emular a mis autores favoritos con obras de arte dignas de ser leídas por ellos mismos y el miedo y la vergüenza de atreverme a escribir después de haber sido testigo de que mi talento, comparado con el suyo, es ridículo.

Pero, no quiero empezar este libro con demostraciones de victimismo que no me pegan nada, sobretodo porque yo tampoco me puedo quejar de mi suerte, hasta gané algunos concursos literarios a la tierna edad de 12 y 14 años. Concédanme unas cuantas páginas más y les demostraré que si ustedes también ponen de su parte, podrán aprender algo de todo lo que digo – y si esto les suena demasiado pretencioso, dejémoslo en que al menos, podrán pasar un buen rato profundizando en la mente adolescente de una mujer de 24 años.

Antes que nada quiero advertirles que esto no es un diario personal y que no van a tener que aguantar las aburridas listas de las cosas que he hecho durante el día, de la gente que me he encontrado en el supermercado o de los sueños que soñé el mes pasado. Digamos que yo, que ya me he dado cuenta de que todo escritor siempre escribe de sí mismo - aunque lo disimule hablando de otros - no tengo ganas de gastar energía en imaginar personajes e historias que sólo van a servir de excusa para que editoriales y críticos literarios no me linchen con comentarios tipo: “su vida no le interesa a nadie”, “le sobra ambición y le falta imaginación (o más cruel aún, talento)” y “dedíquese a otra cosa, si aún así no ceja en el empeño… Piense que los blogs de Internet son y serán siempre su único balcón al mundo”.

Asumo el riesgo de que este documento de Word tarde mucho a convertirse en un libro. Esto no es un diario personal, tampoco es una novela, no es un libro de autoayuda, un libro de poemas o una compilación de artículos venidos de todas partes del mundo. A veces mi ánimo se deja llevar por los caminos del lirismo, otras por el racionalismo de un artículo de antropología, en ocasiones soy reportera en países lejanos, pero las más de las veces, tan sólo soy un ser humano que hace una de las pocas cosas que sabe hacer sin mucho esfuerzo: escribir y atosigar a la gente para que se lo lean luego.