viernes, 16 de octubre de 2009

Si me descuido...

Si me descuido,
me deprimo,
y la verdad es
que soy bastante despistada.

Me pasa a menudo que
sin darme cuenta,
y siendo ya demasiado tarde,
me encuentro al borde
del alféizar de una ventana.
Por suerte,
tengo un novio que hace escalada
y para cuando estoy cayendo
del decimoctavo piso
me atrapa justo antes
de que mi cráneo se enganche
como un chicle en el asfalto.

Desde mi último descuido
han pasado ya muchos días
y estoy por pensar que
el consejo que me dio
el hombre araña
no ha caído en terreno baldío
- de vez en cuando me riego.

“La felicidad es un acto de gracias”

Visto así no tengo excusa,
sino demasiadas cosas que agradecer.

[Nº632 Natillas de chocolate en la nevera]


miércoles, 7 de octubre de 2009

Manifiesto del perro nube

Viendo a mi perro nube,
que a veces está negro
como un cumulonimbos de tormenta
y otras - muy pocas, cierto -
blanco como los cirroestratos de domingo,
me doy cuenta de que para ser feliz
sólo hace falta estar vivo.

Entiendo que no por esto
las piedras son desgraciadas,
ni el cadáver de mosquito,
asesinado a manos de las mías,
necesite ir al psiquiatra
y tomarse antidepresivos.
Antes, al contrario,
una vez muerto,
se sigue siendo feliz,
la diferencia radica,
en que no nos damos cuenta.

Bien, si sigo observando a mi perro nube,
mientras recibe señales secretas
del espacio exterior
- al menos eso creemos mi novio y yo,
porque esa es la actitud que transmite
cuando se pone de cara al sol -
entiendo que para ser feliz,
- y una vez hechas las anteriores aclaraciones -
no hay que hacer nada más que:

1- No morirse
2- No amargarse la vida

Por cierto,
que mi perro nube
- que es también del hombre tierra -
es un extraterrestre corporeizado en can
con la misión de hacerse pis
en todas calles - urbanizadas o no -
de este planeta.

PS. Le debo un poema a mi perro sal y pimienta.

Si escribo demasiado

Si escribo demasiados versos
y demasiado malos
sólo es porque
me hacen falta:
como cuando se necesita
echar la Quiniela mil veces,
para ganarla tan sólo una.
Así, podría decirse
que la poesía
es una lotería:
uno escribe,
sabiendo que lo más probable es que pierda,
pero con la esperanza de que algún verso
le salga premiado.

viernes, 2 de octubre de 2009

De cerebros y cojines

Dice mi novio que con mi cerebro
le va a hacer un cojín a su perro.

A mi me da igual.

Yo voy diciendo por ahí
que con su cerebro
le haré un cojín
a la pulga de mi perro.