miércoles, 15 de julio de 2020

Todo Sherlock Holmes

Cuando Don Pedro Román entra en las librerías siempre pide “Todo Sherlock Holmes”. “Todo Sherlock Holmes para llevar, por favor, que hoy no me puedo quedar a leerlo en la escalera de incendios”. O en el rellano que conduce al piso de la autoayuda, o en el váter sólo para personal autorizado; las versiones varían según el local pero hay que reconocer que su sinceridad es admirable. Sólo una vez en la vida* Don Pedro Román pidió un cuarto de Sherlock Holmes. “Creo que deben corresponder a unas 15 obras y si me las sirve por orden cronológico mejor, aunque puede ponerme La corbeta y El ritual de Musgrave después de Estudio en Escarlata.”. Los libreros ahora ya lo conocen y nunca se lo toman en serio, por eso le venden un paquete de 500 folios de 80 gr, le desean una feliz lectura y se despiden con un hasta mañana. Porque a la mañana siguiente está otra vez Don Pedro Román con su “Todo Sherlock Holmes” en tapa dura o en tapa blanda, en edición compacta o en fascículos y así el holmesiano va acumulando un buen stock de din-A4s que le darían para reescribir por sí mismo, con galeradas corregidas hasta la última coma, la obra completa de Conan Doyle. 

Si ahora se lo toman a broma es porque antes, cuando sólo les parecía un lector fetichista, Don Pedro Román aparecía por la librería a las pocas horas de la compra para devolverla, quejándose de que faltaba un caso y de que él no pensaba pagar por “Todo Sherlock Holmes” cuando le habían vendido un “Casi-Todo Sherlock Holmes”. Falta el caso del hombre amputado por su cortacésped, falta el caso de la família que murió -supuestamente- de risa después de ver un spin-off de Médico de Familia, falta el caso de la caja de hojalata que se convierte en la navaja con la que se asesina el cuarto gato de la vecina loca. Siempre faltaba un caso y siempre uno distinto. Siempre uno inventado. 

Don Pedro Román se cree John H. Watson, sí, pero no piensa usar el papel para escribir nada, porque él lo que quiere es adueñarse del canon holmesiano y quemarlo. Odia al detective-asesor que toca el violín para relajarse, odia a Moriarty - pero un poco menos, porque al final los enemigos de mis enemigos son mis amigos - y odia que todo el mundo piense que es un mentecato al que hay que dirigirse con un “Elemental, mi querido Watson”, antes de iniciar una perorata de sabiondo. Más aún cuando nunca Sherlock Holmes pronunció esa maldita frase.

*Por lo que he podido averiguar, fue un miércoles de mediados de julio y parece ser que Don Pedro Román sufría de una tendinitis en el codo que le impedía cargar peso. Creo que la tendinitis se la provocó una postura de yoga mal ejecutada, pero esto es una suposición que no puedo probar.

jueves, 7 de mayo de 2020

La vida secreta de las cosas: las cajas de metal

Debe de ser hereditario. Mi madre compra cajas de galletas danesas, esas de mantequilla envueltas en papelitos, sólo por la caja. Bueno, supongo que también se come las galletas, pero lo que quiere es la caja. Se imagina guardando no sé qué cosas que de repente ahí dentro se convierten tesoros. Yo creo que lo heredó de mi abuela, porque de ella todavía guardo una caja de metal con fotos en blanco y negro y un montón de sacapuntas decorativos, algo difícil de explicar si no se han visto nunca, pero lo voy a intentar. Hay un piano de latón con su teclado, una lamparita de pie con su pantalla nacarada, un reloj de pared diminuto con agujas que se pueden mover, y todos ellos tienen en algun lado el agujero por donde se mete el lápiz y se saca punta. Supongo que debieron ser populares en su época, eso o mi abuela coleccionaba rarezas. 

Obviamente el legado de esa herencia lo he recibido yo también con gustos y pesares, porque se me van los ojos por las cajas metálicas pero ya no sucumbo a las de supermercado porque detesto ver el nombre de la marca comercial. No es lo mismo cuando la caja metálica es antigua, y por eso puedo presumir de tener una cajita de caramelos VICKS, aunque no sea mía de verdad, porque ya era de mi marido cuando nos conocimos. La usaba para guardar monedas, así siempre tenía cambio para el café y otras cosas que entonces todavía pagaba en efectivo. Ahora sigue estando llena de monedas. Yo cuando tengo que salir suelo coger algunas para llevar suelto encima, me siento más segura teniendo dinero en metálico, pero si lo pienso bien es bastante ridículo porque no suelo llevar más de cinco euros y eso tampoco me salva la vida en caso de secuestro, digo yo. Cuando vi su caja de metal pensé que era buena señal, aunque ahora me regaña cuando en Ikea me enamoro de unas cajitas verdes con ribetes y pomo dorado. Son preciosas. Él me dijo que si las quería me las podía comprar pero, que pensara si realmente las utilizaría. Era ofensivo, estaba utilizando el argumento que yo uso siempre para sus compras compulsivas (tenemos un aspirador de hojas en el garaje, un máquina de hacer raviolis y suerte que devolví la panificadora…), pero era ofensivo porque las cajas metálicas no sirven para nada y yo las quería y el lo sabía y no podía argumentar nada mejor que su precio: son baratas… Guardo mi ex-libris en una de ellas, y eso sí que es un tesoro, dentro o fuera, y lo bien que quedan en mi biblioteca supongo que no se puede apreciar si no llevas en la sangre trocitos de imán diluidos que se pirran por una caja de metal.

lunes, 10 de febrero de 2020

Inventario lector VI

Ayer hacia la media noche acabé "Ordesa" de Manuel Vilas. ¡Qué librazo! Es duro y bonito y triste y muy conmovedor. Ahora estoy con el siguiente "Alegría". Y claaaaro, ya tengo el nuevo de Almudena Grandes, pero tengo que encontrar el momento idóneo para empezarlo.

lunes, 3 de febrero de 2020

Inventario lector V

Acabo ahora "Canto jo i la muntanya balla" de Irene Solà. Hay que leerlo pensando que lees poesía o cuesta entrar. Me ha gustado pero mi leer errático y los capítulos en que se alternan voces distintas no ayudan a retomar el hilo com facilidad. Una lectura bonita y diferente.

Inventario lector IV

Ahora mismo he acabado "Léxico familiar" de Natalia Ginzburg. Lo empecé hace tiempo, lo dejé muy pronto y la semana pasada lo reencontré después de que la invitada de hoy de la Lletraferida dijera que lo estaba releyendo. Es un muy buen libro. Un proyecto biográfico raro y valiente.

miércoles, 29 de enero de 2020

Inventario lector III

Ayer empecé y acabé en lo que, literalmente dura un telediario, "Esto es agua" de David Foster Wallace. En realidad es un libro que transcribe una charla que impartío en la ceremonia de graduación de una universidad, así que es corto. Estuvo bien, quizás muchos clichés pero tal como los planteaba tenían sentido y hasta cierta profundidad. Estoy con un montón a la vez, qué novedad. Esta semana acabo el de Marc Simón Martínez "El puzzle humano", estoy también con "Mariola y el mundo" un libro juvenil muy bonito de Mapi Romero y Eva M. Sánchez (ah, y ilustrado por Raquel Sánchez Pros, que las ilustraciones son preciosas). 

Estoy acabando "Verdolatría" de Santiago Beruete y empecé "Canto jo i la muntaya balla" de Irene Solà, una obra muy diferente pero que me está gustando. Seguro que me dejo alguno porque suelo ir cogiendo el libro que me está a mano, sí, otra vez literalmente, según estoy por casa: a una o a otra banda del sofá, en el reposapiés del sillón, en la mesita de noche, en el Kindle, en la mesa de mi biblioteca...

jueves, 16 de enero de 2020

Inventario lector II

Esta tarde he acabado "Cómo ser una buena criatura" de Sy Montgomery. Un día me ha durado. Es conmovedor. Hasta ganas de adoptar un perro ya me han dado, jeje. Sigo con los que tengo a medias y busco el de los pulpos de la autora, que lo tengo por el Kindle.

miércoles, 15 de enero de 2020

Inventario lector I (de 2020)

Acabé ayer "Hablando de niños" de Carlos González, un recorrido por la literatura clásica para conocer cómo se ha visto la infancia y la crianza en distintas épocas y lugares. Muy recomendable, me ha encantado el tono y el mensaje, quizás puliría la estructura del libro, a veces pelín caótico. Empecé ayer "Fouché" de Zweig y tengo otros tantos sobre bibliotecas esperándome, ahora acabo de hojear el capítulo sobre la biblioteca personal de Luis García Montero, del libro "Los reinos de papel. Bibliotecas de escritores" de Jesús Marchamalo. Genial, con montones de fotos. 

Estoy también al 37% de la autobiografía de Zweig "El mundo de ayer". Todo eso en Kindle. En papel voy avanzando con "Verdolatría" y "Jardinosofía" de Santiago Beruete Valencia, son espectaculares. También estoy con otro ensayo, "El puzle humano" escrito por un amigo, Marc Simón Martínez que pronto estará en el programa. Muy recomendable su apuesta, con capítulos que ficcionan la realidad previos a las reflexiones. Seguimos!