martes, 14 de julio de 2009

Me abruma el miedo

Me abruma el miedo
de no hacer bien
lo único para lo que parece
que estoy predestinada.
Me aterra el hecho
de que aunque escriba,
no alcance las cotas
que de forma implacable
yo misma me exijo.
Estoy demorando
hasta el infinito
ponerme en serio a escribir,
no unas cuantas hojas de Word
- que luego nunca imprimo -,
ni bocetos de novelas
que luego nunca sigo.
Estoy segura
de que si soy constante
con la poesía
es sólo
porque tiene vida propia,
fugaz y eterna
al unísono.
Pero ya va siendo hora de que hilvane frases que se estiren hasta sendos márgenes de las páginas. Que quede este poema deformado como prueba de mi nuevo - aunque también sempiterno - objetivo: voy a escribir hasta demostrarme que sé escribir, y si en el camino fallo y me tropiezo con frases malas y hasta con capítulos horribles de historias insufribles, entonces... Entonces pensaré a qué me dedico. El pan de plátano y cacao que hice hoy me consuela, igual hasta podría ser cocinera... Pero hasta entonces y mientras tanto, voy a escribir, así tenga que enfadarme porque no me inspiro, así tenga que quedarme con la mirada embobada a la espera del sinónimo que no sale y me despierte algunos días frustrada porque, como en todo, uno nunca tiene la certeza de si en lo que está dejándose la piel - en concreto, la piel de los dedos - no sea una pérdida de tiempo, y valga la pena y este carácter agrio de escritora que se me está poniendo. Me niego a ser esa promesa literaria que no se cumple. Me niego a recriminarme, dentro de unos años, ser yo la única causante de mi deserción. Que lo que esté en mis manos no se me escape de entre las manos sin haber hecho yo todo lo posible. De lo que está fuera de mi alcance, que se ocupe el mismo que se ocupa de hacer brotar las flores de la planta que alegra mi balcón.

domingo, 12 de julio de 2009

La única

No me basta.
Debo ser la única persona en el mundo
que no se conforma con ser feliz.

jueves, 9 de julio de 2009

Vivir

Vivir,
requiere su tiempo.
No es tan fácil hacerse un hueco
entre las utopías y las desgracias.
Tantas capas de cebolla
casi me dan aspecto de patata.
Yo, que quizás nací gigante
y me están haciendo creer
que soy enana,
yo, que quizás nací ángel
y me están haciendo creer
que soy humana.

Si de todas formas,
tuvieran razón
y yo sólo fuera una bruja
disfrazada de hada,
que más da,
al fin y al cabo,
también hay príncipes
que nacieron ranas.

En algunos lugares

En algunos lugares el cielo está más alto.
Tocar las nubes, es para expertos.
Ni las escaleras alcanzan
a desvirgar el azul nocturno,
ni los rascacielos sirven
para atenuar picores celestes.
En el catálogo de inventos
de esta temporada
se vende el último modelo de alas,
aunque en letra pequeña avisan
(a los hipermétropes al menos)
de que el pack volátil sólo sirve
para aterrizar con gracia.
En esos lugares de cielo crecido,
abundan hombres y mujeres hiperlargos:
cree el cuerpo así,
compensar distancias.

martes, 7 de julio de 2009

El valor de tu amor


El valor de tu amor reside en la libertad
de que tú quieras quererme.
Sólo ese amor va a tener sentido entre nosotros,
que no creemos en el amor por hábito,
por contagio, por imitación.
Puedo obligarte a que me digas
que me quieres,
pero no a que sientas lo que dices,
puedo obligarte a hacer el amor conmigo
con la sutilidad de la seductora
que se hace pasar por la seducida,
puedo obligarte, incluso,
a sentir dolor porque yo te quiero,
pero eso no serviría para que tú,
espontáneamente,
empezaras a quererme.
Si me empeño puedo engañarte
durante toda la vida,
decirte que el amor es esto,
que funciona a ratos,
como un ordenador,
que no somos nosotros,
que es el tiempo,
que llueve cuando debería hacer sol,
pero de qué serviría cuando yo sabría
que tu amor es de pladur,
de material de obra barato.
El valor de tu amor reside
en que tú estés dispuesto a quererme
sin que yo tenga que convencerte,
sin que yo tenga que atarte a mi cama,
ni rezarle a Dios por la noche,
ni pedirle a mi angel cada mañana.