viernes, 16 de octubre de 2009

Si me descuido...

Si me descuido,
me deprimo,
y la verdad es
que soy bastante despistada.

Me pasa a menudo que
sin darme cuenta,
y siendo ya demasiado tarde,
me encuentro al borde
del alféizar de una ventana.
Por suerte,
tengo un novio que hace escalada
y para cuando estoy cayendo
del decimoctavo piso
me atrapa justo antes
de que mi cráneo se enganche
como un chicle en el asfalto.

Desde mi último descuido
han pasado ya muchos días
y estoy por pensar que
el consejo que me dio
el hombre araña
no ha caído en terreno baldío
- de vez en cuando me riego.

“La felicidad es un acto de gracias”

Visto así no tengo excusa,
sino demasiadas cosas que agradecer.

[Nº632 Natillas de chocolate en la nevera]


miércoles, 7 de octubre de 2009

Manifiesto del perro nube

Viendo a mi perro nube,
que a veces está negro
como un cumulonimbos de tormenta
y otras - muy pocas, cierto -
blanco como los cirroestratos de domingo,
me doy cuenta de que para ser feliz
sólo hace falta estar vivo.

Entiendo que no por esto
las piedras son desgraciadas,
ni el cadáver de mosquito,
asesinado a manos de las mías,
necesite ir al psiquiatra
y tomarse antidepresivos.
Antes, al contrario,
una vez muerto,
se sigue siendo feliz,
la diferencia radica,
en que no nos damos cuenta.

Bien, si sigo observando a mi perro nube,
mientras recibe señales secretas
del espacio exterior
- al menos eso creemos mi novio y yo,
porque esa es la actitud que transmite
cuando se pone de cara al sol -
entiendo que para ser feliz,
- y una vez hechas las anteriores aclaraciones -
no hay que hacer nada más que:

1- No morirse
2- No amargarse la vida

Por cierto,
que mi perro nube
- que es también del hombre tierra -
es un extraterrestre corporeizado en can
con la misión de hacerse pis
en todas calles - urbanizadas o no -
de este planeta.

PS. Le debo un poema a mi perro sal y pimienta.

Si escribo demasiado

Si escribo demasiados versos
y demasiado malos
sólo es porque
me hacen falta:
como cuando se necesita
echar la Quiniela mil veces,
para ganarla tan sólo una.
Así, podría decirse
que la poesía
es una lotería:
uno escribe,
sabiendo que lo más probable es que pierda,
pero con la esperanza de que algún verso
le salga premiado.

viernes, 2 de octubre de 2009

De cerebros y cojines

Dice mi novio que con mi cerebro
le va a hacer un cojín a su perro.

A mi me da igual.

Yo voy diciendo por ahí
que con su cerebro
le haré un cojín
a la pulga de mi perro.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Sueño con pasteles

Me imagino que no hay de qué preocuparse,
pero de todos modos,
hay algo que no me deja dormir...

Y es que desde hace dos días
sólo sueño con churros y pasteles.
Creo que hasta babeo
al saborear el chocolate onírico;
si sigo así no dudo
de que hasta me salga un michelín.

Si al despertar le comento
a ese hombre que desde hace un mes y medio
duerme conmigo,
- y que desde hace dos días
me tira de la cama -,
si al despertar le explico,
digo,
que mis sueños están llenos
de nata, de azúcar y de mermelada,
se limita a burlarse
diciendo:
¿Tú no tienes muchos problemas, cierto?

Debo confesar que es verdad.
Lo que ahora me preocupa es pensar
si es que en realidad soy feliz,
y no me he dado cuenta
o, peor aún,
si es que en realidad soy feliz,
menos cuando me doy cuenta
y pongo manos a la obra
para desgraciarme.

martes, 8 de septiembre de 2009

Planes

No tengo previsto morirme esta semana.
Ningún día me va bien.

Ando demasiado ocupada con la vida
que me han regalado hace muy poco,
apenas hace un mes.

jueves, 27 de agosto de 2009

Inteligencia fracasada

Mi inteligencia fracasada me ha hecho pensar que no soy digna del amor de un hombre si no le lavo la ropa, los platos y hasta los dientes. Mi inteligencia mal usada me ha hecho creer que no soy digna de admiración si no soy buena en la cocina y en la cama. Yo, que no soy una mujer florero espectacular, teniendo en cuenta mi humilde físico, y que cada día dudo más de mi supuesta inteligencia (atribuida, creo, por mi cara de ratón de biblioteca) pensé, qué ilusa, que sólo conseguiría ser querida si me prestaba a cualquier antojo ajeno. Qué triste confesar que desconfío de los hombres que dicen enamorarse de mí; siempre creo que me engañan, que no se han dado cuenta todavía de quién soy en realidad. Qué triste tenerme en tan bajo concepto, yo que, al menos, sé escribir algún que otro poema, regar plantas, optimizar espacios, reírme sin razón, leer y olvidarme de la cena, limpiar de virus mi ordenador, ganar apuestas tontas, distinguir cuando alguien ha llorado a escondidas y querer a quien a veces se olvida de felicitarme por mi cumpleaños.

Hecho este inventario de virtudes, me parece que ya estoy preparada para decirte que hoy, y quizás también mañana,
no voy a saltar a recoger balones al otro lado de la valla,
no voy a ofrecerme a hacer lo que tú ya puedes hacer por ti mismo,
a pedirte perdón por cosas que no controlo
y a dudar de que alguien como tú
pueda querer compartir su tiempo
con alguien como yo.

martes, 14 de julio de 2009

Me abruma el miedo

Me abruma el miedo
de no hacer bien
lo único para lo que parece
que estoy predestinada.
Me aterra el hecho
de que aunque escriba,
no alcance las cotas
que de forma implacable
yo misma me exijo.
Estoy demorando
hasta el infinito
ponerme en serio a escribir,
no unas cuantas hojas de Word
- que luego nunca imprimo -,
ni bocetos de novelas
que luego nunca sigo.
Estoy segura
de que si soy constante
con la poesía
es sólo
porque tiene vida propia,
fugaz y eterna
al unísono.
Pero ya va siendo hora de que hilvane frases que se estiren hasta sendos márgenes de las páginas. Que quede este poema deformado como prueba de mi nuevo - aunque también sempiterno - objetivo: voy a escribir hasta demostrarme que sé escribir, y si en el camino fallo y me tropiezo con frases malas y hasta con capítulos horribles de historias insufribles, entonces... Entonces pensaré a qué me dedico. El pan de plátano y cacao que hice hoy me consuela, igual hasta podría ser cocinera... Pero hasta entonces y mientras tanto, voy a escribir, así tenga que enfadarme porque no me inspiro, así tenga que quedarme con la mirada embobada a la espera del sinónimo que no sale y me despierte algunos días frustrada porque, como en todo, uno nunca tiene la certeza de si en lo que está dejándose la piel - en concreto, la piel de los dedos - no sea una pérdida de tiempo, y valga la pena y este carácter agrio de escritora que se me está poniendo. Me niego a ser esa promesa literaria que no se cumple. Me niego a recriminarme, dentro de unos años, ser yo la única causante de mi deserción. Que lo que esté en mis manos no se me escape de entre las manos sin haber hecho yo todo lo posible. De lo que está fuera de mi alcance, que se ocupe el mismo que se ocupa de hacer brotar las flores de la planta que alegra mi balcón.

domingo, 12 de julio de 2009

La única

No me basta.
Debo ser la única persona en el mundo
que no se conforma con ser feliz.

jueves, 9 de julio de 2009

Vivir

Vivir,
requiere su tiempo.
No es tan fácil hacerse un hueco
entre las utopías y las desgracias.
Tantas capas de cebolla
casi me dan aspecto de patata.
Yo, que quizás nací gigante
y me están haciendo creer
que soy enana,
yo, que quizás nací ángel
y me están haciendo creer
que soy humana.

Si de todas formas,
tuvieran razón
y yo sólo fuera una bruja
disfrazada de hada,
que más da,
al fin y al cabo,
también hay príncipes
que nacieron ranas.

En algunos lugares

En algunos lugares el cielo está más alto.
Tocar las nubes, es para expertos.
Ni las escaleras alcanzan
a desvirgar el azul nocturno,
ni los rascacielos sirven
para atenuar picores celestes.
En el catálogo de inventos
de esta temporada
se vende el último modelo de alas,
aunque en letra pequeña avisan
(a los hipermétropes al menos)
de que el pack volátil sólo sirve
para aterrizar con gracia.
En esos lugares de cielo crecido,
abundan hombres y mujeres hiperlargos:
cree el cuerpo así,
compensar distancias.

martes, 7 de julio de 2009

El valor de tu amor


El valor de tu amor reside en la libertad
de que tú quieras quererme.
Sólo ese amor va a tener sentido entre nosotros,
que no creemos en el amor por hábito,
por contagio, por imitación.
Puedo obligarte a que me digas
que me quieres,
pero no a que sientas lo que dices,
puedo obligarte a hacer el amor conmigo
con la sutilidad de la seductora
que se hace pasar por la seducida,
puedo obligarte, incluso,
a sentir dolor porque yo te quiero,
pero eso no serviría para que tú,
espontáneamente,
empezaras a quererme.
Si me empeño puedo engañarte
durante toda la vida,
decirte que el amor es esto,
que funciona a ratos,
como un ordenador,
que no somos nosotros,
que es el tiempo,
que llueve cuando debería hacer sol,
pero de qué serviría cuando yo sabría
que tu amor es de pladur,
de material de obra barato.
El valor de tu amor reside
en que tú estés dispuesto a quererme
sin que yo tenga que convencerte,
sin que yo tenga que atarte a mi cama,
ni rezarle a Dios por la noche,
ni pedirle a mi angel cada mañana.

viernes, 26 de junio de 2009

Le arrancarías

¿Le arrancarías las alas a un pájaro?
Entonces,
¿Por qué lo metes en una jaula?

miércoles, 24 de junio de 2009

Nos guardamos


Nos guardamos el dinero,
los cheques, los pagarés,
las propinas, los aguinaldos,
la calderilla.
Nos guardamos hasta los besos,
los abrazos, las cartas de amor,
y las palabras que nos dijimos un día,
eso sí, sin mucho viento.
Nos guardamos las cosas que heredamos,
las que nos encontramos, las que nos regalaron
- a pesar de que nunca supimos
bien bien qué hacer con ellas -.
Nos guardamos lo que compramos
aunque nos quede grande o pequeño...
Nos guardamos tantas cosas
creyendo que así
podremos llegar
a dejar de ser pobres...
A dejar de tener que pagar
una hipoteca asfixiante,
a dejar de deber dinero en la gasolinera,
a empezar a tener de sobras
en el banco, en la cartera,
en el bolsillo, en el corazón,
en el estómago y hasta en la nevera...
Guardamos, compramos,
poseemos - nos poseen - ...
Con lo fácil que sería comprender
que tan solo dando podemos ser ricos.

*Inspirado en la cita de Vicenç Ferrer: "Si quieres ser rico, da, si quieres ser pobre, no des nada a nadie"

lunes, 22 de junio de 2009

Cielo...


Cielo,
llegado el momento,
- y no me quejaré si llega
antes que tarde,
si llega más lejos que cerca
de mi casa y de mis padres,
de mi perro y de mis libros,
de mis sobrinas y de las carpetas
donde guardo mis poemas -,
cielo,
llegado el momento,
- y prometo no lamentarme,
ni culparte cuando
deba retirarme en silencio,
como si nunca hubiera existido
de este mundo que a veces
se me queda grande -,
podría, llegado ese momento
en que la muerte venga a buscarme,
podría,
no pido nada más...
¿podría morir de amor?

*Inspirado en la ária "Furtiva lagrima" de la ópera "L'elisir d'amore" de Donizetti

P de Parto


Qué doloroso es el parto
en el que yo misma me doy a luz.
Cuántas contracciones por minuto
para emerger a la resurrección de mi vida.
Cuántas inspiraciones controladas,
cuántas lágrimas reprimidas
para nacer como hija de mí misma
y amamantarme como mi propia madre.
Qué gestación más larga,
veinte años embarazada,
cuánto tiempo invertido
en volver a crearme,
en volver a bautizarme.
Qué experiencia tan humana
asistir en directo
a mi propio nacimiento
y ayudarme como comadrona
a empujar siempre hacia adelante.

La busqué


La busqué en lo alto de las montañas pirenaicas,
y en las profunidades del Mar Mediterráneo.
Me fui a cazarla en el coto que hay
demasiado cerca de mi casa,
a pescarla en el lago donde solo
nadan neumáticos muertos,
y hasta arrancarla, como si fuera una seta,
en los bosques húmedos y sombríos de La Mata.
Cogí aviones hasta África,
América, Australia.
Pregunté en todas las oficinas
de objetos perdidos,
en las protectoras de animales,
en las residencias de ancianos
y hasta en los orfanatos.
Llegué exhausta a casa,
frustrada y ya sin nada que perder,
supe que había pasado demasiado tiempo
creyendo que mi vida
estaba en cualquier otra parte.

domingo, 21 de junio de 2009

Ámame


Ámame,
pero no me honres con la exclusiva de tu amor.
Yo no aspiro al privilegio de ostentar el monopolio
de tus palabras de cariño,
de tus abrazos de oso amoroso,
de tus miradas de afecto profundo,
o de tu atención y de tu ternura y de tus caricias.
Ámame,
pero no te olvides de amar también
a todo aquello que te rodea,
a todo aquel que te acompaña.
Ámame,
pero no pienses,
que me amas más
por amar menos a otros.
Ámame,
pero no me dejes sola en tu corazón.


miércoles, 3 de junio de 2009

Esta no es la primera vez

Esta no es la primera vez que empiezo a escribir un libro. Ya otras veces me he puesto delante del ordenador tratando de contar algo que pueda interesarme releer más tarde. Creo que yo soy la primera lectora perezosa de mis escritos.

El problema surge siempre cuando intento darle una forma homogénea a lo que escribo. Siento la imperiosa necesidad de etiquetar bajo patrones literarios todas estas páginas llenas de palabras que cómo único denominador común – perdonen la jerga matemática – tienen el haber sido tecleadas por mis dos manos raquíticas, demasiado pequeñas, feas, anchas y cortas, aunque eso sí, veloces en este arte mecanográfico que aprendí a fuerza de clases con máquinas de escribir de las antiguas. Luego, claro está, he alcanzado cotas de velocidad en pulsaciones que crean una musiquilla a ritmo de rock bastante graciosa, sobre todo cuando en medio de una silenciosa biblioteca pública, yo me doy prisa por acabar el trabajo de Historia.

Como lectora empedernida – signifique lo que signifique ese adjetivo que tiende a acompañar esta afición – me muevo entre la constante contradicción de querer emular a mis autores favoritos con obras de arte dignas de ser leídas por ellos mismos y el miedo y la vergüenza de atreverme a escribir después de haber sido testigo de que mi talento, comparado con el suyo, es ridículo.

Pero, no quiero empezar este libro con demostraciones de victimismo que no me pegan nada, sobretodo porque yo tampoco me puedo quejar de mi suerte, hasta gané algunos concursos literarios a la tierna edad de 12 y 14 años. Concédanme unas cuantas páginas más y les demostraré que si ustedes también ponen de su parte, podrán aprender algo de todo lo que digo – y si esto les suena demasiado pretencioso, dejémoslo en que al menos, podrán pasar un buen rato profundizando en la mente adolescente de una mujer de 24 años.

Antes que nada quiero advertirles que esto no es un diario personal y que no van a tener que aguantar las aburridas listas de las cosas que he hecho durante el día, de la gente que me he encontrado en el supermercado o de los sueños que soñé el mes pasado. Digamos que yo, que ya me he dado cuenta de que todo escritor siempre escribe de sí mismo - aunque lo disimule hablando de otros - no tengo ganas de gastar energía en imaginar personajes e historias que sólo van a servir de excusa para que editoriales y críticos literarios no me linchen con comentarios tipo: “su vida no le interesa a nadie”, “le sobra ambición y le falta imaginación (o más cruel aún, talento)” y “dedíquese a otra cosa, si aún así no ceja en el empeño… Piense que los blogs de Internet son y serán siempre su único balcón al mundo”.

Asumo el riesgo de que este documento de Word tarde mucho a convertirse en un libro. Esto no es un diario personal, tampoco es una novela, no es un libro de autoayuda, un libro de poemas o una compilación de artículos venidos de todas partes del mundo. A veces mi ánimo se deja llevar por los caminos del lirismo, otras por el racionalismo de un artículo de antropología, en ocasiones soy reportera en países lejanos, pero las más de las veces, tan sólo soy un ser humano que hace una de las pocas cosas que sabe hacer sin mucho esfuerzo: escribir y atosigar a la gente para que se lo lean luego.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Ándate con cuidado

Ándate con cuidado 
porque la bondad de algunos 
no tiene límite: 
hay quien puede llegar a decir 
que si te mata,
es por tu propio bien.

sábado, 23 de mayo de 2009

El lunes a las seis de la mañana

El lunes a las seis de la mañana
empiezo a trabajar.
Cuando me llamaron
para avisarme de que
estaba entre las últimas candidatas
aptas para el puesto de trabajo
casi salto de alegría.
Pues no, no es que vaya a cobrar
un sueldo de escándalo,
ni que el trabajo sea con famosos,
tomando el sol mientras me bebo un Cacaolat en la terraza.
Lo que pensé es que a partir de ahora
ya no iba a poder dudar
de mi capacidad para ser una mujer
que se mantiene.
Ahora que se ha demostrado
que puedo valerme por mí misma
y de que lo único que necesitaba
era creer un poco más en mí,
¡Prepárate Mundo,
Que YA estoy AQUÍ!
Pero, a parte de toda esta alegría
que apenas sabe si salir
vía sonora con risas o
vía líquida con lágrimas,
hay algunas cosas que todavía
no he solucionado.
Mi salario, por ejemplo.
1000 euros
me dan para mucho.
Yo que ya tengo ordenador portátil,
ropa, libros y montones de zapatos.
Yo que ya tengo un armario lleno de bolsos,
collares, pashminas y cinturones.
Yo que lo único que necesito son más caricias,
a mí, que lo único que me hace falta son más abrazos,
¿en qué voy a gastarme todo ese dinero
si lo único que quiero
es lo único que no puedo comprar?

sábado, 16 de mayo de 2009

No existen

Lo siento.
No existen las soluciones a tus problemas.
Es así y debes aceptarlo.
Te va a costar y quizás te deprimas durante algún tiempo.
Ten el Diazepam a mano.
No te va a ir mal tampoco,
disponer de reservas de helado de chocolate.
Perdona que sea tan dura y tan directa,
pero no,
no existen las soluciones a todos esos problemas
que te amargan la existencia,
porque no,
y no me importa ser yo la que te diga que
no, no existen las soluciones
porque tampoco existen los problemas.

lunes, 4 de mayo de 2009

Un poco


No te preocupes por si todavía eres tacaño,
o por si lo son contigo
los que te quieren:
un poco de amor da para mucho.

jueves, 30 de abril de 2009

La niña mariposa


La niña mariposa
tiene alas de color rosa,
se posa en las azucenas,
en los lirios y en las begonias.
La niña mariposa
juega a que es un pájaro:
le gusta volar por encima
de los cipreses.
Las veces que se ha caído
aterrizó sobre la hierba
y aunque un caracol
confundió sus alas
con las hoja de un repollo,
apenas se nota el mordisco
cuando sus alas baten
con la fuerza de una cocinera
experta en hacer merengue.
La niña mariposa
fue mujer gusano en su anterior vida,
su madre le ha dicho
que si no se acaba la cena
puede que cuando muera
renazca en niño murciélago,
y tiene tanto miedo
de que eso pase,
que se acaba siempre
todo el néctar del plato.

Ocuparme de mi misma

Ocuparme de mí misma
es mi mejor acción humanitaria.
darme lo que necesito
es tan caritativo
como enviar ropa
a los niños desnudos de África;
proporcionarme los cuidados
que preciso
es igual de bondadoso
que estar en Cruz Roja de voluntaria.
Por eso este mes me apadriné
por menos de un euro diario,
y hace poco monté una ONG
en la que yo soy la única socia
y la única beneficiaria.

Tú que ayudas

Tú que ayudas al vecino
cuando te pide sal, huevos o harina.
Tú que te ofreciste para acompañar al invidente
hasta el otro lado de la carretera,
que te levantaste del asiento en aquel autobús repleto
mientras un viejito te miraba con cara agradecida.
Tú que siempre buscas monedas
para el músico ambulante de la estación de metro,
que te has hecho socio de una ONG
para darle alimento, educación y vestido
a esos pobres niños desnudos, analfabetos y desnutridos.
Tú que siempre tienes unas palabras de consuelo
para el último de tus amigos
que se ha quedado soltero.
A ti, que crees que hay que ser solidario,
y salvar a cuanto ser humano desvalido
se cruce en tu camino,
¿quién va a salvarte de ti mismo?

domingo, 5 de abril de 2009

Soy poeta

Soy poeta.
Lo mío es alimentarme
de mis palabras que riman.
Me quedo satisfecha
cuando engullo frases enteras,
y de vez en cuando
me permito lujos de postres caros:
expresiones inventadas,
puntuaciones desplazadas.
Vivo el mundo para escribirlo.
Y aunque sólo busco
no encontrar nada,
me asaltan obstáculos
que llevan el sello oficial
de la oportunidad.
Lloro mucho,
río mucho,
grito más
y siento en exceso.
Soy mujer,
por lo que es inevitable ser poeta.
Vivo al límite de mis emociones,
soy consciente de ser contradictoria.
Me halagan tus orgasmos,
me inspiro en tus gemidos.
El mundo es mi lienzo y mi paleta,
mi vida sólo es el pincel de marta
que me recuerda
que soy mujer,
que soy poeta.

viernes, 3 de abril de 2009

Hagámoslo

Hagámoslo.
Aunque la gente nos critique,
por la cara y por la espalda.
Aunque nos veten la entrada
en algunas discotecas,
y nos retiren el DNI
el pasaporte, la tarjeta VIP
y el carné de socio en el gimnasio.
Hagámoslo.
así nuestros padres
nos deshereden
y mi perro renuncie
a dormir conmigo en mi cuarto.
Así nos cueste más
que nos concedan entrevistas de trabajo,
que nos presten libros en la biblioteca
y que nos vendan detergente
para prendas delicadas
en el supermercado.
Seamos felices,
amemos, vivamos,
riámonos sin razón.
Inventémonos chistes malos,
consideremos los árboles
una oración,
recémosles a los pájaros.
Hagámoslo,
convirtámonos en seres humanos.

El mundo está lleno de poemas

El mundo está lleno de poemas,
por eso tienes que estar precavido:
es tan posible que te caiga uno
sobre la cabeza,
como que te atropelle otro
en mitad de la carretera
(hasta en las calles peatonales
he visto accidentes causados
por estrofas que corrían a toda velocidad)
No salgas de casa sin el espray de pimienta,
recuerda que el mundo
está lleno de poemas
y hay algunos que no tienen manías,
igual te violan bajo las sombras
de un túnel subterráneo,
que a plena luz del día.
La guardia urbana,
aunque lleva la goma de borrar
siempre a punto,
y nunca sale a patrullar
sin tippex en la recámara,
(porque hay poemas realmente vándalos)
ya no puede aplacar el crimen
sin padecer, a veces, sus propias bajas:
el otro día un policía
murió en una reyerta
contra un soneto:
le dispararon un verso
que fue directo al corazón.
Si es que, lo que yo te diga,
no salgas a la calle sin un chaleco protector,
nunca sabes dónde te van a acuchillar una rima.
Ves con cuidado,
que el mundo,
hijo mío,
está infestado de poesía.

A pesar de que cuando digo que estoy embarazada

A pesar de que cuando digo que estoy embarazada
siempre aclaro que es de un poema,
la gente no puede resistirse a formular
la sempiterna pregunta:
"¿Será nene o nena?"
Me gustaría contestarles,
que "ambos a la vez",
pero me temo que esa respuesta
desencadenaría en una larga discusión
sobre la imposibilidad de tener
vagina y pene al mismo tiempo.
También podría aludir
que los poemas son ángeles
y carecen de sexo,
pero prefiero provocarles diciendo:
mis hijos-poema son huevos fritos.

miércoles, 1 de abril de 2009

¿Sabes qué pasa cuando uno cree en sí mismo?

¿Sabes qué pasa cuando uno cree en sí mismo?
Cuando uno ya no necesita
que los otros le admiren o
piensen que formidable,
o le halaguen porque le sienta bien su nuevo vestido.
Cuando uno ya es capaz de tomar sus propias decisiones
sin esperar la aprobación del resto,
cuando uno ya no necesita
que le den palmaditas en la espalda,
aunque las agradece,
o cuando ya no depende de que la gente le recuerde
sus virtudes y le consuele en sus defectos.
¿Sabes qué pasa cuando uno cree en sí mismo?
Yo te lo voy a decir,
porque hace poco que alguien
al preguntarme sobre mi condición religiosa,
se sorprendió cuando le respondí:
Yo creo en mí.
No es eso lo que yo quería saber, me dijo,
lo que me interesa es conocer si eres creyente o agnóstica.
Precisamente, le contesté.
Cuando uno cree en sí mismo, es en Dios en quien cree,
porque como él se convierte en omnipotente,
como él ya no hay barreras que le frenen,
ni obstáculo que le desvíe,
ni ateo que consiga matarle.
Cuando uno cree en sí mismo,
ya no hace falta que nadie le rece,
porque el valor de nuestra existencia,
de nuestras ideas, de nuestras opciones,
está intrínsecamente ligado,
al que uno mismo le dé.
Porque la fuerza de nuestros proyectos,
de nuestras ilusiones
no proviene de fuera,
de un carro que nos tira,
o de un amigo que nos empuja,
sino de un motor interno que se acciona
cuando uno mismo,
me repito porque hace falta,
cree en él.

lunes, 30 de marzo de 2009

Te puedes permitir el lujo

Te puedes permitir el lujo
de prescindir de la religión.
En realidad a ti no te hace falta
espiar tus pecados a base de rosarios,
rezar para que te aprueben matemáticas
o prometerle a la virgen que subirás de rodillas
hasta la cueva en la que mora su santuario,
si te encuentra novio y te embaraza.
No vayas a preocuparte por si el cura un día te encuentra
masturbándote en pleno atasco en la M-30,
por si no te acordaste de casarte o
por si te equivocas y te santiguas
con la mano izquierda.
Puedes prescindir de la religión,
pero no de tu espíritu,
puedes prescindir de Dios,
pero no de la humanidad.
Recuerda que no por ser ateo, agnóstico,
escéptico o moderno,
tienes que matar a tu alma.
En últimas, “lo que nos impulsa a vivir,
es el amor y no la esperanza,
es la verdad y no la fe
la que nos libera”
(Compte-Sponville)
En últimas, lo que nos hace humanos
no es que enterremos a nuestros muertos,
adoremos al Sol y a la Madre Tierra
o hagamos sacrificios rituales, ofrendas florales
y templos de mármol o de piedra,
lo que nos hace humanos,
acuérdate siempre,
es la conciencia.

miércoles, 25 de marzo de 2009

G

En respuesta a: Lección nº1

G
R
A
C
I
A
S

(Hay palabras que ya son poemas)

Soy feliz

Soy feliz,
por eso hoy,
soy yo el poema.

El pájaro es un estado de necesidad


El pájaro es un estado de necesidad,
no porque lo diga Pérez Estrada,
ni tampoco porque lo reitere yo en este poema.
El pájaro es sin duda
un estado de necesidad primaria,
urgente y perentoria,
porque así me siento todas las mañanas
cuando al palparme la espalda
descubro que todavía no hay allí alas,
ni plumas en mi piel de gallina,
ni pico en mis pálidos labios de anémica.
Si Lamarck tuviera razón en su teoría adaptativa,
Igual después de muchas caídas,
de muchos aterrizajes frustrados,
al ser humano se le caerían las piernas,
y le crecerían alas.
Por eso estoy por intentarlo,
esta vez en serio:
no más experimentos a un metro de tierra,
no más ensayos a menos de veinte pies de altura.
Esta vez me la juego de veras:
voy a saltar desde la nube que amenaza con tormenta,
voy a volar y a convertirme en pájaro.
Lo necesito.
Qué más da si luego, como en esa canción de Mecano,
me convierto en mujer de nuevo,
justo antes de estrellarme contra el suelo.

lunes, 23 de marzo de 2009

No me educaron para amar

No me educaron para amar.
Fui una niña prodigio en la lectura,
se me dio bien escribir y hasta disfruto,
aprendí a ser la primera de la clase,
también en matemáticas.
Clasifiqué mi ropa por colores,
ordené mis libros por tamaño,
y siempre hice la cama
con las sabanas estiradas y la colcha bien doblada.
No me educaron para amar.
Siempre pensé que bastaba con tener razón
y ser inteligente,
que en realidad la gente es mala,
que sólo mi familia me quiere.
Me enfadé muchas veces
y me volví huraña,
nunca me enamoré sin sentir
que igual estaba siendo irresponsable,
y hasta me parece que mi imagen
de lo que representa ser una buena persona,
no es más que la de ser una buena hija,
una buena portadora de la estirpe de mi padre.
Creo, con pesar,
que fui educada para ser una mujer
temida, admirada,
puede que por los más valientes,
hasta para ser amada,
pero, creo, con lágrimas en los ojos,
que no fui educada para besar o abrazar,
acariciar o mostrar cariño.
Desgraciadamente a mí
no me han enseñado a amar
como te enseñaron a ti.
Si es verdad que nunca es tarde,
entonces todavía estoy a tiempo,
busco profesor a tiempo completo,
necesito ponerme al día,
hacer clases de repaso
y hasta intensivas,
tan sólo quiero aprender a querer,
sin condiciones,
sin excepciones,
tan sólo quiero aprender a amar,
así sea de forma autodidacta.

A veces me gustaría

A veces me gustaría
haber nacido de un huevo
o surgido sin previo aviso
de la tierra seca de una maceta.
A veces me gustaría no llevar
toda esa herencia paternal
que cuelga de unos ganchos
cruelmente sujetos a la piel
de mi espalda.
A veces desearía no ser susceptible
a esa credibilidad y a ese respeto
que envuelve todo lo que dice un padre,
no tener remordimientos
porque yo no comparta sus opiniones,
porque yo no quiera seguir la vida que él me escoge,
ni sentir que yo defraudo porque
no pienso que los policías, el otro día,
en realidad se quedaron cortos.
A veces me gustaría desinfectarme
de todas esas bacterias en forma de
educación y de doctrina
que inoculadas año tras año,
en el contacto diario,
han vuelto rancia mi sangre.
Me he creído el engaño,
pensé sinceramente que esas vacunas de ideas,
de teorías y de sentencias,
Inyectadas con fervor paternal,
con profesionalidad médica,
eran a favor de mi salud,
pero no.
Eran puro veneno.
ahora me doy cuenta de que a veces,
qué doloroso,
qué triste y qué vergüenza,
me gustaría ser huérfana…

viernes, 13 de marzo de 2009

La necesidad vital

El amante despechado no llora por los besos
que ya nunca más le van a dar.
La mujer abandonada no se pudre de dolor
por los abrazos que ya no le esperan
después del trabajo,
por las palabras que ya no la consuelan
en sus días más funestos,
por las miradas que ya no la ven
como una diosa hermosa,
como un ángel con sexo,
o como musa
y obra de arte al mismo tiempo.
El amante desamparado
no se estremece de pena
porque ya nadie le acaricie el pelo,
ni le arrulle en sus noches sin orgasmo,
ni le ponga nombres infantiles, absurdos
y hasta irrisorios.
No,
ni el hombre ni la mujer
a los que descartaron,
de los que prescindieron,
sufren y adolecen por el amor que ya no les ofrecen…
No,
el hombre y la mujer,
a los que rechazaron,
de los que se apartaron,
sufren y adolecen por el amor
que embozado y atascado,
guardado a presión en su corazón,
a punto de estallar por la tensión,
echa de menos a alguien
a quien colmar de besos,
estrujar con abrazos,
erizar la piel con caricias,
y emocionar con poemas.
El deseo de que te amen
no es nada comparado
con la vital necesidad
de amar.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Me he enamorado

Me he enamorado muchas veces
durante todos estos meses.
Algunas en el metro,
de camino a alguna conferencia
sobre el color del mar en invierno;
otras en el parque,
mientras sentada en un banco,
distraída con una nube,
ladraba algún perro.
Me he enamorado muchas veces
durante todos estos meses,
así a priori, yo diría
que éste es mi récord.
Está aquel día que en la carnicería
decidí volverme vegetariana,
y el día que en la frutería
decidí comer solo pasteles.
Luego, está esa noche en que la luna
no dejaba de seguirme a dónde fuera,
o esa tarde lluviosa
en que me mojé dentro de casa
porque me metí en la ducha.
Definitivamente,
no hace falta que siga,
la lista es ya muy extensa.
Sólo me falta un detalle,
me he enamorado muchas,
muchísimas veces estos últimos meses
y todas de ti.

martes, 17 de febrero de 2009

Yo no sabía...

Yo no sabía que uno podía
morirse dos veces.
Ahora que de nuevo muerta,
estoy arrancándome
estos clavos oxidados de las manos,
esta corona de espinas
que ha dejado mi cráneo agujereado,
esta lanza envenenada con vinagre
y que me escuece el corazón.
Ahora que de nuevo moribunda
me dispongo a resucitar
y a convertir la madera de mi cruz
en un columpio con el que jugar,
no puedo echarme atrás
y ponerme a dormir en la tumba.
Cuesta resucitar,
es difícil insuflarse vida 
cuando me he muerto tanto 
que he visto gusanos anidando en mi mano.
Yo no sabía que uno podia
morirse dos veces,
pero qué mas da,
tampoco sabía
que siempre se puede resucitar.

jueves, 29 de enero de 2009

Diario de alguien que podría ser yo IV

Hoy todo el mundo da por supuesto que la gente quiere ser feliz. Un análisis más exhaustivo de la sociedad, no obstante, daría con resultados sorprendentes. Aún así, no quiero ser yo la que deshaga el mito que permite que existan best-sellers con los que algunos autores se hacen ricos.

De todas formas, es mi deber desenmascarar – aunque esta resolución sólo tenga que ver conmigo y ni el resultado sea extrapolable a otros grupos poblacionales - que yo no quiero ser feliz y que, además, pongo trabas, zancadillas y hasta trampas, para evitar a toda costa ser una mujer satisfecha y plena. Esta afirmación no es gratuita, sino que es el resultado de una larga deliberación que concluye con esta extraña confesión, muy típica de paciente de psicoanalista, lo sé.

No es que yo sea feliz siendo infeliz, sino que soy como la mascota del hortelano que ni come ni deja comer, o como ese amante despechado que ni vive ni deja vivir. Hay en mí algo que se rebela y que lucha contra la desgracia, que pretende alcanzar ese estado de beatitud en el que viven los que siempre tienen una sonrisa en los labios; a veces, estoy tan cerca de conseguirlo que la mera proximidad ya me place, pero luego, en el momento decisivo, doy con todo al traste: o soy masoquista, o tengo una autoestima tan baja que no me considero digna de que la dicha entre en mi casa, o, más probablemente, soy consciente de que la felicidad te arrebata todas las excusas que te permiten seguir siendo irresponsable, y entonces ya no hay escapatoria a la incómoda verdad de que uno es quien decide ser y de que no hay más malos en la película que los que uno mismo contrata.

viernes, 23 de enero de 2009

Diario de alguien que podría ser yo III

Cuando se está enamorado las palabras fluyen solas, y hasta los analfabetos son capaces de escribir poemas que luego no van a saber leer. Cuando se está deprimido, en cambio, las palabras se enquistan en lugares tan desagradables como la rodilla, la barbilla o el más doloroso, la garganta, y entonces mi blog de poesía desfallece, y lo único que me consuela es saber que releer lo escrito es, en cierto modo, reescribirlo.

De todos modos, no hay porque alarmarse, y es que cuando se empieza a borrar más de lo que se escribe, el neófito se atormenta y declara: he perdido mi don; mientras que el maduro y experimentado literato se alegra y exclama: ahora estoy empezando a escribir sólo lo que vale la pena ser dicho.

jueves, 22 de enero de 2009

Diario de alguien que podría ser yo II

Todo empezó a ir mal el día en que se murieron mis abuelos, y aunque se murieron en días distintos de años alejados, hoy sé que la primera muerte desencadenó la segunda con una lógica tan sutil que hasta podría parecer un asesinato. 

Mi abuelo se fue primero, también él confirmó esas estadísticas que dicen que los hombres viven menos, pero si las mujeres los sobreviven sólo es porque la muerte piensa que ellas sabrán soportar mucho mejor la soledad. Falleció después de que ese fin de semana yo hubiera escrito una biografía de él para mis deberes de colegio, y aunque eso pudo traumarme de por vida elucubrando que al escribir tengo el poder de matar lo que describo, no lo hizo, tan sólo me dejó con la vaga sensación de que hay casualidades que no se rigen por el azar. Lloré en secreto porque ya de niña me avergonzaba que la gente supiera que yo podía sucumbir a la tristeza, como si ese sentimiento deshiciera la coraza con la que yo luchaba en la arena del mundo. Más vale que nadie sepa que uno es vulnerable, sólo así se puede seguir fingiendo no sentir dolor cuando te atacan.

Yo no sé qué hacen las niñas con abuelos calvos después de la cena, yo tuve la suerte de que el mío no lo era, así que cogía un peine y me entretenía revolviendo su pelo como si fuera una muñeca. Nunca me impedía peinarlo de tal manera que pudiera parecer ridículo porque a él no le hacía falta aparentar ser guapo, no es que lo fuera, claro que en su juventud pudo serlo, pero a una niña todos los viejos le parecen ajenos a esa categoría, como si para acceder a la belleza hubiera una edad máxima, o como si la belleza a esas edades no tuviera nada que ver con los ojos y la piel, el cuerpo y las manos. Lo recuerdo conduciendo hasta el campo. Lo recuerdo tomando Martini en el aperitivo con mi abuela, apareciendo por la puerta los domingos con una bolsa de churros. Hay en mi mente fotogramas aislados de una película mucho más que basada en hechos reales.

Mi abuela murió unos cuatro años más tarde, seguramente porque no pudo morirse antes. Su cáncer en el pecho se me revela hoy como una gangrena de corazón, que a falta de marido, se murió podrido porque nunca pudo reconciliarse de la discusión previa que tuvieron antes de su muerte. Parece ser que apenas discutieron en su larga vida de casados, y bastó una pelea para que los matara a los dos: mi abuelo murió de un ataque al corazón.

Todo empezó a ir mal entonces porque cuando los abuelos de una niña mueren, ésta envejece automáticamente, como si la infancia estuviera ligada más que a los padres, a los abuelos. Sólo éstos últimos te permiten seguir siendo un niño cuando ya eres mayorcito a los ojos de tus padres, cuando ya se supone que no haría falta que te prepararan el vaso con leche antes de irte a la cama.

Ahora que ya hace tiempo que soy adulta por méritos propios, sigo pensando que los abuelos deberían ser inmortales.

S de Silencio

Puede que a un poeta
nunca se le acaben las palabras
pero lo cierto es que ellos también
han abierto un día la boca
sin encontrar nada que decir.
Puede que el último de sus poemas
todavía esté grabado en la corteza
de un fresno de parque urbano,
puede que el silencio de esos hombres rime,
y que sus páginas en blanco
no sean lo mismo que un fracaso.
Puede que un día encuentren absurdo que
ese sentimiento de vacío matutino
merezca un poema,
que ya no piensen que sus versos
puedan a desenmarañar
ningún corazón ensortijado.
No es de extrañar que se les haya
pasado por la cabeza
que la poesía no sirva para nada,
pero hay que disculpar
a todos esos poetas
que un día dejan de creer
en sus palabras:
hay quien les está induciendo a pensar
que escribir mata.

martes, 13 de enero de 2009

Diario de alguien que podría ser yo I

Si la DGT supiera que a mí se me ocurren poemas mientras conduzco, probablemente me quitaría algunos puntos del carné. No sé cuánto penaliza inspirarse mientras voy por la autopista y me entran ganas de escribir, y puesto que nunca lo hago, más que nada porque no tengo el cuaderno a mano, siempre llego a mi destino intentando acordarme de esa frase genial que iba a ser un poema. 

Si la DGT supiera que yo me inspiro mientras cambio de marcha, seguramente me prohibiría como poeta alegando que apologizo por la conducción irresponsable. Tengo una teoría sobre el porqué de esa inspiración repentina: el estar concentrando tus sentidos en la carretera hace que la parte creativa pueda salir a flote, como si al tener ocupada la mente con cosas concretas, la parte abstracta pudiera empezar a funcionar sin miedo a que el hemisferio represor de mi cabeza vaya a censurar sus ideas. 

El caso es que también me inspiro sin tener que estar al volante, y si dijera cuándo, se corroboraría mi teoría. Aún no estoy segura de si prefiero demostrar que tengo razón o de si prefiero quedarme callada para salvaguardar mi intimidad de la curiosidad de la gente, a veces tanta sinceridad nos vuelve insignificantemente humanos y para un escritor puede que esa no sea la mejor manera de mantener el interés de los lectores. Lo digo porque parece que si uno enseña todas sus cartas, si uno nunca guarda un as bajo la manga, ya no puede seguir siendo alguien a quien te atraiga conocer. Es como si de repente el otro descubriera que eres tan vulgar como él y entonces se disipara todo el encanto. 

De todas formas, para que la gente no vaya a pensar que yo me inspiro mientras estoy en el baño, quiero aclarar que yo me inspiro mientras hago el amor. Puede que no esté bien a los ojos de mi pareja, comparar la conducción con el orgasmo, yo sólo digo que en ambos momentos uno está inmerso en la situación, como si no existiera en el mundo más que piel o carretera.

Si la inspiración me invade en estos dos momentos tan precisos, sólo es porque el segurata que monta guardia en la puerta de entrada de mi mente -el que sólo deja pasar las ideas con traje y corbata- se distrae porque pasa un Ferrari o una rubia con minifalda.