viernes, 13 de marzo de 2009

La necesidad vital

El amante despechado no llora por los besos
que ya nunca más le van a dar.
La mujer abandonada no se pudre de dolor
por los abrazos que ya no le esperan
después del trabajo,
por las palabras que ya no la consuelan
en sus días más funestos,
por las miradas que ya no la ven
como una diosa hermosa,
como un ángel con sexo,
o como musa
y obra de arte al mismo tiempo.
El amante desamparado
no se estremece de pena
porque ya nadie le acaricie el pelo,
ni le arrulle en sus noches sin orgasmo,
ni le ponga nombres infantiles, absurdos
y hasta irrisorios.
No,
ni el hombre ni la mujer
a los que descartaron,
de los que prescindieron,
sufren y adolecen por el amor que ya no les ofrecen…
No,
el hombre y la mujer,
a los que rechazaron,
de los que se apartaron,
sufren y adolecen por el amor
que embozado y atascado,
guardado a presión en su corazón,
a punto de estallar por la tensión,
echa de menos a alguien
a quien colmar de besos,
estrujar con abrazos,
erizar la piel con caricias,
y emocionar con poemas.
El deseo de que te amen
no es nada comparado
con la vital necesidad
de amar.