Mostrando entradas con la etiqueta tristeza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tristeza. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de marzo de 2009

No me educaron para amar

No me educaron para amar.
Fui una niña prodigio en la lectura,
se me dio bien escribir y hasta disfruto,
aprendí a ser la primera de la clase,
también en matemáticas.
Clasifiqué mi ropa por colores,
ordené mis libros por tamaño,
y siempre hice la cama
con las sabanas estiradas y la colcha bien doblada.
No me educaron para amar.
Siempre pensé que bastaba con tener razón
y ser inteligente,
que en realidad la gente es mala,
que sólo mi familia me quiere.
Me enfadé muchas veces
y me volví huraña,
nunca me enamoré sin sentir
que igual estaba siendo irresponsable,
y hasta me parece que mi imagen
de lo que representa ser una buena persona,
no es más que la de ser una buena hija,
una buena portadora de la estirpe de mi padre.
Creo, con pesar,
que fui educada para ser una mujer
temida, admirada,
puede que por los más valientes,
hasta para ser amada,
pero, creo, con lágrimas en los ojos,
que no fui educada para besar o abrazar,
acariciar o mostrar cariño.
Desgraciadamente a mí
no me han enseñado a amar
como te enseñaron a ti.
Si es verdad que nunca es tarde,
entonces todavía estoy a tiempo,
busco profesor a tiempo completo,
necesito ponerme al día,
hacer clases de repaso
y hasta intensivas,
tan sólo quiero aprender a querer,
sin condiciones,
sin excepciones,
tan sólo quiero aprender a amar,
así sea de forma autodidacta.

A veces me gustaría

A veces me gustaría
haber nacido de un huevo
o surgido sin previo aviso
de la tierra seca de una maceta.
A veces me gustaría no llevar
toda esa herencia paternal
que cuelga de unos ganchos
cruelmente sujetos a la piel
de mi espalda.
A veces desearía no ser susceptible
a esa credibilidad y a ese respeto
que envuelve todo lo que dice un padre,
no tener remordimientos
porque yo no comparta sus opiniones,
porque yo no quiera seguir la vida que él me escoge,
ni sentir que yo defraudo porque
no pienso que los policías, el otro día,
en realidad se quedaron cortos.
A veces me gustaría desinfectarme
de todas esas bacterias en forma de
educación y de doctrina
que inoculadas año tras año,
en el contacto diario,
han vuelto rancia mi sangre.
Me he creído el engaño,
pensé sinceramente que esas vacunas de ideas,
de teorías y de sentencias,
Inyectadas con fervor paternal,
con profesionalidad médica,
eran a favor de mi salud,
pero no.
Eran puro veneno.
ahora me doy cuenta de que a veces,
qué doloroso,
qué triste y qué vergüenza,
me gustaría ser huérfana…

lunes, 1 de diciembre de 2008

H de Hogar

Me gusta ver las ventanas iluminadas de las casas
cuando paseo por la calle y se va haciendo de noche.
Me gusta más todavía
entrever por la fina cortina
un pedazo de estantería a rebosar de tarros de especias,
un niño que cuelga un dibujo del imán de la nevera,
o una mujer con delantal 
batiendo huevos para hacer la cena.
Me gusta imaginarme que detrás de esos cristales 
de ventana de cocina
hay un salón con chimenea y un perro grande y dormido
o un puzzle a medio hacer 
esparcido por la alfombra de color crema.
Me gusta saber que a pesar de estar lejos de mi casa,
hay siempre hogares cerca.
Me gusta, a pesar de que me entristezca que anochezca
y yo no pueda ver el ocaso desde mi ventana,
sabiendo que es mi madre la que está batiendo huevos
para hacer una tortilla,
sabiendo que es mi perro el que dormita 
junto al sillón de mi padre.
Me gusta, 
a pesar de esa melancolía punzante,
a pesar de esa pena nocturna,
porque me recuerda que hay un lugar en el mundo
donde siempre habrá una família que me espera.

viernes, 18 de julio de 2008

C de Camino

El camino de mi vida
se bifurca ahora
en dos senderos,
y a pesar de saber
que cualquiera de ellos
puede ser un bello paseo,
algo se desgarra
cuando empiezo a dar
mis primeros pasos
por el sendero
que me pareció mejor.
Desde este momento,
en que las carreteras
ya no transcurren paralelas,
desde este momento
en que mi vida
ya no volverá nunca
a ser lo que era,
lo único que importa
es que yo avanzo serena.
Puede que nada nunca
vuelva a ser como antes,
y que algunos días me ahogue
en el mar de los recuerdos,
y que en algún momento me falte el aire,
asfixiada por la nostalgia,
pero ya no puedo entretenerme más:
la vida me espera.

lunes, 2 de junio de 2008

R de Razones

Uno puede tardar mucho en encontrar una razón para ser feliz,
tanto, que se la pase la vida.
Después de malgastados muchos años de la mía comprendí
que lo más sensato es ser feliz sin razón alguna.
Siempre habrá algún pasillo que barrer,
cristales que limpiar o ropa que tender.
Seguirán existiendo países a los que no has viajado,
gente famosa a la que no has conocido,
montañas que no has escalado.
Nadie te promete que no llueva el día que no llevas paraguas,
que no se caduquen los frutos secos que guardaste
para ese antojo repentino,
nadie te asegura que no vayas a dejarte la cartera
en algún bar de carretera
o que te llamen de aquella empresa
para la que parecías tan buen candidato.
Nunca encontrarás el número de teléfono
del primer amigo que tuviste
en aquel barrio de extrarradio,
nunca conseguirás distinguir
una rana de un sapo.
Seguramente el banco suba los intereses
y se moje por descuido tu diario.
Estadísticamente seguirán existiendo muchas razones
por las que beberse una garrafa de lejía,
de amoniaco para los más osados.
Puede que tú seas uno de esos tipos con tanta suerte
que tiene razones para reír,
puede que consideres que todo el mundo
es capaz de llenar una hoja de libreta de bolsillo
con razones para existir, puede que sí.
De todas formas, mi experiencia me ha enseñado
que pasado el tiempo se borra la tinta de cualquier cuaderno
y que el más afortunado es sin duda
aquél que no necesita ninguna razón para vivir.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

S de Seguir


No te rindas.
Y qué si el cielo
se ha llenado de fuegos artificiales,
y qué si esta vez
no significan un abrazo
en plena noche de verano.
Yo mañana me despierto,
me miro al espejo y me invento
un motivo para vivir:
no puedo dejar plantado a mi dentista,
me necesitan en las fotos de carné,
tengo un poema pendiente,
debo dinero al indigente.
Y qué si no encuentras trabajo,
y qué si tu casa se ha ido
a vivir a otro barrio,
y qué si tus rosas tienen
fragancia a margaritas.
Tu mañana te despiertas,
te miras al espejo y te inventas
un motivo para seguir:
me esperan en la página cuarenta,
el sábado me toca descongelar la nevera,
qué sería de los bombones sin mí.
No te rindas,
no contribuyas a aumentar
el desconsuelo del mundo,
a dar más ejemplos de fracaso,
levántate y desestabiliza
la balanza de la tristeza.