“No comiences una dieta que acabará algún día, empieza un estilo de vida que dure para siempre.” Ésta es precisamente una de aquellas frases que resume la filosofía con la que trabajo y que deberé memorizar para cuando la gente me pregunte qué diferencia exactamente al coach nutricional del dietista convencional. Claro que hay muchas otras diferencias que me alejan del nutricionista que cuenta calorías, mide IMCs y recomienda carne y lácteos para la salud y la larga vida. Igualmente, es cierto que si no mencionara que en mis consultas quien más trabaja es el (im)paciente, que hablamos de nutrir el cuerpo físico, pero también el emocional y el mental, y que receto hablarle a la comida y escribirle cartas de despedida a los michelines y a las cartucheras, hasta podría parecer que soy una terapeuta normal, pero yo siempre me acuerdo de la frase de Krishnamurti que dice “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” y es por eso que me esfuerzo en salirme por la tangente.
Soy de las que piensa que cuando la norma proviene de un mal líder, es mejor desobedecer y el sentido común me hace sospechar que el paradigma de salud actual - aunque quizás debiera decir “de enfermedad” - no invita al proselitismo a menos, claro está, que te guste ir de víctima por la vida y entiendas que el cada vez mayor número de enfermedades con nombres impronunciables añade valor a tu personalidad. Hay quien se identifica de tal modo con sus trastornos que los usa para diferenciarse del resto, y en sus citas ya no presume de sus logros personales o profesionales sino de sus heridas de guerra.
Tenemos mucho trabajo por delante ahora que comprendemos que el protagonista de nuestra salud debe ser cada uno de nosotros, y que los grandes especialistas sanitarios más que bastones para los momentos en qué cojeamos, deben ser trampolines que nos impulsen y nos permitan coger la batuta de nuestra vida. La revolución de la salud está a la par con la reinvención del ser humano: uno que no sólo encuentre tiempo para entrenarse en pistas de pádel o de atletismo, sino que también lo disponga para ejercitar su alma; uno que no sólo encuentre tiempo para formarse en inglés y patchwork, sino que también lo disponga para aprender a cuidarse. No en vano, las palabras curar y cuidar se asemejan tanto: cuídate para no tener que curarte cuando ya sea demasiado tarde.
Soy de las que piensa que cuando la norma proviene de un mal líder, es mejor desobedecer y el sentido común me hace sospechar que el paradigma de salud actual - aunque quizás debiera decir “de enfermedad” - no invita al proselitismo a menos, claro está, que te guste ir de víctima por la vida y entiendas que el cada vez mayor número de enfermedades con nombres impronunciables añade valor a tu personalidad. Hay quien se identifica de tal modo con sus trastornos que los usa para diferenciarse del resto, y en sus citas ya no presume de sus logros personales o profesionales sino de sus heridas de guerra.
Tenemos mucho trabajo por delante ahora que comprendemos que el protagonista de nuestra salud debe ser cada uno de nosotros, y que los grandes especialistas sanitarios más que bastones para los momentos en qué cojeamos, deben ser trampolines que nos impulsen y nos permitan coger la batuta de nuestra vida. La revolución de la salud está a la par con la reinvención del ser humano: uno que no sólo encuentre tiempo para entrenarse en pistas de pádel o de atletismo, sino que también lo disponga para ejercitar su alma; uno que no sólo encuentre tiempo para formarse en inglés y patchwork, sino que también lo disponga para aprender a cuidarse. No en vano, las palabras curar y cuidar se asemejan tanto: cuídate para no tener que curarte cuando ya sea demasiado tarde.
Invierte tus energías en el vehículo que se te ha prestado: no sólo deberás hacer menos paradas de urgencias en boxes sino que también servirás mejor a tu propósito de vida. Esta crisis está concibiendo un nuevo mundo que en cualquier momento dará a luz, pero para que el parto y la crianza sean favorables necesitamos personas en plenas facultades. Ya no más “tu salud es cosa tuya”, ya no más “me da igual si te matas, es tu vida”, estamos todos tan interconectados que si realmente quieres ser responsable y tener un papel activo en esta nueva sociedad, prepárate: se buscan seres humanos sanos.
Article publicat a la plataforma de televisió digital d'emprenedoria Reinventtv
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