viernes, 8 de mayo de 2015

¿Cuánto sabes sobre el mundo?


¿Te atreves a comprobarlo? Sólo serán tres preguntas: ¿Qué porcentaje de niños de un año está vacunado de sarampión en todo el mundo? ¿El 20, el 50 o el 80%? ¿Cómo ha cambiado la proporción de gente viviendo en extrema pobreza (menos de 1 dólar al día) alrededor del mundo en los últimos 25 años? ¿Se ha doblado, se ha mantenido o se ha reducido a la mitad? ¿Qué porcentaje de adultos está alfabetizado (puede leer y escribir) en todo el mundo? ¿El 20, el 40, el 60 o el 80%?

¿Preparado para las respuestas? Quizá le sorprendan. Ahí van: el 80% de los niños del mundo está vacunado de sarampión, la proporción de gente viviendo en extrema pobreza casi se ha reducido a la mitad y el porcentaje de adultos alfabetizado es un 80%. Ya ve, el mundo no está tan mal después de todo, aunque sigamos viéndolo como si estuviéramos a punto de la hecatombe. Al menos es lo que se concluye después de ver los resultados a estas preguntas, que se han formulado en distintos países. Así, sólo el 10% de la población encuestada en Gran Bretaña y el 23% en Suecia respondió correctamente a la pregunta sobre la pobreza. En relación a la vacunación del sarampión, sólo el 8% en Suecia y el 10% en Alemania acertaron. Finalmente, sobre la alfabetización, de nuevo, sólo el 8% de los encuestados en Gran Bretaña, el 20% en Suecia y el 28% en Alemania respondió correctamente.

¿Cómo puede ser? Se preguntan los fundadores del Proyecto Ignorancia de la Fundación Gapminder, Hans y Ola Rosling. Probablemente porque poseemos unas tendencias que nos impiden elaborar un pensamiento estadístico correcto: estamos condicionados a juzgar en base a nuestro entorno y experiencias personales, además, hemos sido educados mediante libros que contenían datos que ya se han quedado obsoletos, y tenemos en cuenta las noticias de los medios de comunicación -que ponen el foco de atención en lo inusual, porque lo normal no es interesante. Con ese legado en la mente, ponemos a trabajar nuestra intuición sin mucho éxito, como deben haber comprobado o bien por sus propios fallos o bien por los alarmantes pocos aciertos de ingleses, suecos y alemanes.

¿Qué podemos hacer? Ola Rosling nos da algunas herramientas, después de descartar que de repente todos nos pongamos a leer cada noche los estudios científicos de primera mano. Ni aunque quisiéramos estar al día podríamos, pues un artículo publicado en la revista Nature en 2014 afirma que la producción científica se dobla cada 9 años, con el añadido de que no siempre la proliferación de artículos científicos representa un verdadero aumento del conocimiento (el publish or perish es el pan de cada día de los investigadores). Pero Ola nos propone algo más sencillo, que nos permite algunos atajos a través de generalizaciones: primero, que ante el pesimismo o el optimismo, nos decantemos hacia esta última opción: el mundo va a mejor. Segundo: que ante posiciones extremas, pensemos que el mundo se homogeneiza, ya no hay dos jorobas en la gráfica mostrándonos el volumen de pobres y ricos, sino una sola, un dromedario donde se reúne la mayoría. Aunque sigamos viviendo en un mundo desigual, la distancia entre unos y otros ya no es tan grande. En tercer lugar, pensemos que antes de ser ricos, los países empiezan a desarrollarse ya socialmente (con vacunación masiva, por ejemplo). Finalmente, no olvidemos que las amenazas verdaderamente peligrosas suelen ser silenciosas y no hay tanta gente que se muera por accidentes de tráfico (9ª causa mundial de defunción en 2012 según la OMS) sino por accidentes cardiovasculares (2ª causa). Cuídense (y pónganse el cinturón).

Artículo publicado en el Diari de Terrassa el 8 de mayo de 2015



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