¿Te atreves a comprobarlo? Sólo serán tres preguntas: ¿Qué porcentaje de niños de un año está vacunado de sarampión en todo el mundo? ¿El 20, el 50 o el 80%? ¿Cómo ha cambiado la proporción de gente viviendo en extrema pobreza (menos de 1 dólar al día) alrededor del mundo en los últimos 25 años? ¿Se ha doblado, se ha mantenido o se ha reducido a la mitad? ¿Qué porcentaje de adultos está alfabetizado (puede leer y escribir) en todo el mundo? ¿El 20, el 40, el 60 o el 80%?
¿Preparado para las respuestas? Quizá le sorprendan. Ahí
van: el 80% de los niños
del mundo está vacunado de
sarampión, la proporción de gente viviendo en extrema
pobreza casi se ha reducido a la mitad y el porcentaje de adultos alfabetizado
es un 80%. Ya ve, el mundo no está
tan mal después de
todo, aunque sigamos viéndolo
como si estuviéramos a
punto de la hecatombe. Al menos es lo que se concluye después de ver los resultados a estas
preguntas, que se han formulado en distintos países. Así,
sólo el 10% de la población encuestada en Gran Bretaña y el 23% en Suecia respondió correctamente a la pregunta
sobre la pobreza. En relación
a la vacunación del
sarampión, sólo el 8% en Suecia y el 10% en
Alemania acertaron. Finalmente, sobre la alfabetización, de nuevo, sólo
el 8% de los encuestados en Gran Bretaña,
el 20% en Suecia y el 28% en Alemania respondió correctamente.
¿Cómo
puede ser? Se preguntan los fundadores del Proyecto Ignorancia de la Fundación Gapminder, Hans y Ola
Rosling. Probablemente porque poseemos unas tendencias que nos impiden elaborar
un pensamiento estadístico
correcto: estamos condicionados a juzgar en base a nuestro entorno y
experiencias personales, además,
hemos sido educados mediante libros que contenían datos que ya se han quedado obsoletos, y tenemos en
cuenta las noticias de los medios de comunicación -que ponen el foco de atención en lo inusual, porque lo normal no es interesante. Con ese
legado en la mente, ponemos a trabajar nuestra intuición sin mucho éxito,
como deben haber comprobado o bien por sus propios fallos o bien por los
alarmantes pocos aciertos de ingleses, suecos y alemanes.
¿Qué podemos hacer? Ola Rosling nos da algunas herramientas, después de descartar que de repente todos nos pongamos a leer cada noche los estudios científicos de primera mano. Ni aunque quisiéramos estar al día podríamos, pues un artículo publicado en la revista Nature en 2014 afirma que la producción científica se dobla cada 9 años, con el añadido de que no siempre la proliferación de artículos científicos representa un verdadero aumento del conocimiento (el publish or perish es el pan de cada día de los investigadores). Pero Ola nos propone algo más sencillo, que nos permite algunos atajos a través de generalizaciones: primero, que ante el pesimismo o el optimismo, nos decantemos hacia esta última opción: el mundo va a mejor. Segundo: que ante posiciones extremas, pensemos que el mundo se homogeneiza, ya no hay dos jorobas en la gráfica mostrándonos el volumen de pobres y ricos, sino una sola, un dromedario donde se reúne la mayoría. Aunque sigamos viviendo en un mundo desigual, la distancia entre unos y otros ya no es tan grande. En tercer lugar, pensemos que antes de ser ricos, los países empiezan a desarrollarse ya socialmente (con vacunación masiva, por ejemplo). Finalmente, no olvidemos que las amenazas verdaderamente peligrosas suelen ser silenciosas y no hay tanta gente que se muera por accidentes de tráfico (9ª causa mundial de defunción en 2012 según la OMS) sino por accidentes cardiovasculares (2ª causa). Cuídense (y pónganse el cinturón).
¿Qué podemos hacer? Ola Rosling nos da algunas herramientas, después de descartar que de repente todos nos pongamos a leer cada noche los estudios científicos de primera mano. Ni aunque quisiéramos estar al día podríamos, pues un artículo publicado en la revista Nature en 2014 afirma que la producción científica se dobla cada 9 años, con el añadido de que no siempre la proliferación de artículos científicos representa un verdadero aumento del conocimiento (el publish or perish es el pan de cada día de los investigadores). Pero Ola nos propone algo más sencillo, que nos permite algunos atajos a través de generalizaciones: primero, que ante el pesimismo o el optimismo, nos decantemos hacia esta última opción: el mundo va a mejor. Segundo: que ante posiciones extremas, pensemos que el mundo se homogeneiza, ya no hay dos jorobas en la gráfica mostrándonos el volumen de pobres y ricos, sino una sola, un dromedario donde se reúne la mayoría. Aunque sigamos viviendo en un mundo desigual, la distancia entre unos y otros ya no es tan grande. En tercer lugar, pensemos que antes de ser ricos, los países empiezan a desarrollarse ya socialmente (con vacunación masiva, por ejemplo). Finalmente, no olvidemos que las amenazas verdaderamente peligrosas suelen ser silenciosas y no hay tanta gente que se muera por accidentes de tráfico (9ª causa mundial de defunción en 2012 según la OMS) sino por accidentes cardiovasculares (2ª causa). Cuídense (y pónganse el cinturón).
Artículo publicado en el Diari de Terrassa el 8 de mayo de 2015
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