Mi alma es sustancial,
blanda y caliente.
Se mueve como un globo
que contradice con su levedad
la ley de las manzanas cayentes.
Mi alma es suave como
el pétalo de la rosa
que sirve de marca en mi diario,
es sinuosa como tocar con los ojos cerrados
el pecho desnudo de una mujer lactante.
Mi alma cabe en un bolsillo de gabardina
pero no en uno de pantalón vaquero,
pesa más o menos lo que dos fresas
y es de color rojo daltónico.
Los días que llueve y algunos
martes de viento,
salta como el yoyo
de un niño hiperactivo,
Los días en que hay chocolate en la despensa
o en los que me dan un beso accidental
en el párpado,
habla como un niño que imita
a un caballo.
Mi alma es material,
tengo que registrarla en la oficina
de la propiedad intelectual,
mi alma sólo a veces
se vuelve transparente,
cansada de que los escépticos
la confundan con un juguete.
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