Yo querría escribir que lloro cada mes porque no me quedo embarazada, a veces de forma ruidosa como una niña pequeña que se queja, otras silenciosamente, como una vieja ya resignada, y que pienso que lo mejor sería que mi marido se buscara otra mujer que le pudiera hacer padre. Yo querría escribir que me doy pena una de cada tres semanas, si la menstruación no se atrasa y me esperanzo en vano, porque me convierto en una mujer que envidia a sus amigas que son madres y se compara, y no se ve menos digna de tener un hijo. Yo querría escribir que se me agotan los nombres, que los abortos previos ya se han llevado algunos por delante, y sería de mal gusto repetirlos para el bebé que finalmente nazca sano. Adiós Ángela, adiós Minerva. Siempre te imagino niña aunque te hayas ido con pocas semanas de vida intrauterina y quizás hubiera sido más apropiado ponerte nombre de pez o de rana. Yo querría escribir que me desespero porque no soy madre y a mis 30 años me veo premenopáusica, y si tengo un hijo quién sabe si llegaré a ver a mis nietos y ser una abuela como lo fue la mía, que me enseñó a cocinar bizcocho de yogur de limón, permitía que me comiera el relleno del canalón mientras hervía la pasta, me dejaba darle palmaditas en la piel flácida de su brazo y hasta estirarle las verrugillas que tenía alrededor del cuello, junto a la cadena de oro de la que colgaba una medallita que decía: “Te quiero más que hoy, pero menos que mañana”. Yo querría escribir que durante unos días al mes no valgo nada y hago un esfuerzo por salir a la calle y explicar mis penas con una sonrisa, porque yo no sé mentir, excepto cuando me regalan algo horroroso y pongo cara de “me encanta”, y no sabría decir que estoy bien cuando estoy mal, aunque tu te vayas trastornada después de que yo te haya contado mis intimidades. Por eso yo querría escribir todo esto y dejar que mi dolor se convierta en un trozo de papel garabateado, y querría compartirlo contigo porque soy vanidosa y me gusta que la gente lea lo que se me ocurre y me sienta bien darle forma de palabras, sólo si me prometes que no vas a intentar consolarme.