Tú me has enseñado
que el amor no se crea
ni se destruye,
tan sólo se transforma
en besos, en abrazos,
en caricias, en "te quiero,
te amo, te extraño,
te quiamo, te echo de menos",
en llamadas a las tres de la mañana,
en horas de conversación
ininterrumpidas,
en fotografías tontas,
en sueños inconfesables,
en sonrisas traviesas,
en carcajadas rotundas,
en poemas que a veces riman,
en canciones a ritmo de salsa,
en esperanza, en ilusión,
en regalos navideños a diario,
en galerías de poesía ilustrada.
Tú me has enseñado
que el amor no se crea,
ni se destruye,
que el amor no se pierde,
ni se disipa, ni se malgasta,
ni se estropea, ni se pudre,
ni se rompe,
porque el amor
tan sólo se transforma
en salud, en abundancia,
en la infalible oportunidad
de ser feliz,
en la inmejorable ocasión
para dar las gracias
por existir.
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