Empecemos hoy mismo,
porqué dejarlo hasta mañana.
Hay que ser precavido,
estar preparado para las epidemias,
los virus, las enfermedades fulminantes,
las congénitas, las degenerativas,
las incurables.
Suministrémonos besos preventivos,
caricias profilácticas,
abrazos estimulantes del sistema defensivo.
Tomemos nuestra dosis diaria
de carantoñas inmunológicas,
intoxiquémonos de cariño
y si en el prospecto se avisa
de que los efectos secundarios
pueden convertirnos en amantes crónicos
o en besuqueadores agudos,
arriesguémonos,
puestos a elegir,
prefiero morir
de sobredosis amorosa.
De todas formas,
el amor nunca mata,
demostrémosle al mundo
que el amor es una terapia
tan efectiva,
que si seguimos así,
con tantos besos preventivos,
tantas caricias profilácticas,
tantas palabras sanadoras,
quizás no vayan a tener
que incinerarnos nunca,
quizás no vayamos
a tener una lápida conjunta,
puede que tanto amor
nos esté convirtiendo
en un hombre y una mujer
sempiternos,
en un hombre y una mujer
inmortales.
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