miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Sigue evolucionando el ser humano?

¿Sigue evolucionando el ser humano? Me temo que es una pregunta difícil de contestar en tan poco espacio sin caer en lugares comunes (por cierto, si no han visto la película Lugares comunes de Aristarain, reserven tiempo estas navidades, es deliciosa). Sé que muchos estarán ya pensando que el ser humano lo que verdaderamente ha hecho es involucionar, regresar a lo peor de sus instintos y que no hay ser vivo más nefasto en la  faz de la Tierra (bajo ella sí, si contamos con el diablo). Varios de mis colegas vegetarianos así lo creen y yo no me atrevo a entrar en sus debates porque sé que es una batalla perdida: su sentimentalismo les puede.

Yo también soy de las que se indigna cuando lee que un burro de cinco meses ha muerto porque un señor de 150 kilos se montó encima y a veces reprimo la ternura ante animales domésticos porque sé que la gente a mi alrededor pensará que no se corresponde con los arrumacos que le brindo a los niños pequeños desconocidos, que no despiertan en mi tanto cariño. Ya lo he dicho. No obstante, estoy lejos de opinar que el ser humano es un monstruo, aunque cuando muestra sus tendencias animales, no olvidemos que, por tanto, no debe ser mucho mejor que ellos, de manera que tampoco vale ensalzarlos por encima nuestro, como hacen también algunos de mis amigos cuando comparten videos de cooperación animal intra o interespecífica, comentando lo mucho que tenemos que aprender de ellos. Yo me arriesgo a decir que esos vídeos nos sorprenden porque entendemos que lo que se muestra no es el comportamiento habitual, sino excepciones que, afortunadamente, entre humanos son la regla, pues desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos pasamos el día colaborando con nuestros congéneres: le abro la puerta al vecino, se le ha caído un papel, señora, cuidado nene que los coches aquí van muy rápido (ah, ¡si todos fuéramos en bicicleta!). ¿Lo ven? No somos tan malos.

En cualquier caso, este no es el objetivo del artículo, la pregunta es, ¿después de 200.000 años sigue Homo sapiens evolucionando como especie, de manera que, quizás dentro de miles de años, seamos ancestros de homo voladores (oh, ¡qué pena no vivir en el futuro!) u homo telepáticos? Pues parece ser que sí evolucionamos aunque los ejemplos que yo he puesto queden lejos de nuestro destino, en el que puede que seamos más gordos y más bajos (así lo sugiere un estudio en Framingham, Massachusetts, EEUU) pero también un poco androides, y eso ya es cosecha mía.

De los marcapasos y las prótesis de cadera a implantar chips telefónicos en la muñeca y Google Glasses en la retina sólo hay unos pocos años, llenos de debates acalorados en los que los detractores se quejarán de que nos estamos volviendo máquinas, y con razón, pero ¿a caso la primera herramienta tallada por Homo habilis (o Australopithecus garhi) no era también un órgano extrasomático que permitió que nuestros dientes no tuvieran que romperse al usarse de machete? No me voy a poner técnica, ya acabo, a mi lo que me preocupa es pensar en lo siguiente: ¿y si dentro de miles de años sólo hay mujeres tontas y feas tataranietas de mujeres actuales que son tontas y feas pero que son presumidas y tienen dinero y se lo gastan en ropa cara, en maquillajes y en operaciones estéticas, y por eso triunfan entre los hombres, que las escogen para tener niños que serán horribles, pobrecillos, porque la belleza de sus madres era postiza?