jueves, 27 de agosto de 2015

Poemas para Tossa desde Ghana


Cuando venga
estoy decidida
a convertirme en sirena.
He perdido mucho tiempo
fuera de tus aguas,
ya casi no me mojo
más que con tu recuerdo,
hasta por las noches sueño
que me enamoro de un pez
que vive en la isla de las gaviotas. 

Cuando venga
estoy decidida
a construirme una mansión de arena,
 cerca del paseo,
no muy lejos de algún restaurante 
donde sirvan helados todo el tiempo. 
Ya sólo hay una dirección para la aguja 
de la brújula de mi corazón:
esa calle donde venden 
merengue recién hecho. 

___

Ni el tiempo ni el espacio
me han hecho olvidar
el color de la espuma de tu orilla. 
Ni estos días ni esta playa,
ni esta tierra, ni esta brisa
se interponen en mi recuerdo 
de tu arena olor a pino,
de tu luz en cada ola.
Por más que mire este mar,
no bravo como el tuyo,
más bien bruto y agresivo, 
por más que intente pensar 
que esta sal es tan blanca como la de tus rocas,
yo no puedo olvidar
que el agua de mi océano cabe en una bahía
del tamaño de un castillo,
yo no puedo conformarme más que con tu nombre, 
que tiene en mi cabeza
forma de caracola: 
Tossa.

Hasta África llega el eco 
de la magia de tu pueblo, 
hasta en África hay una mujer 
que suspira por tu cielo. 

___

Que se callen todas las palomas, 
que dejen de cantar todos los canarios, 
que se queden mudos los ruiseñores,
y se olviden de las palabras los papagayos. 
Que solo las gaviotas rompan en añicos
el silencio de la madrugada,
que solo las gaviotas destrocen
sin miramientos
los tímpanos de los bañistas.
Que ni las nubes se atrevan
a robarles trozos de cielo,
que ni el viento detenga
las acrobacias de su vuelo.

Cuando el sol está a punto
de bañarse en el horizonte 
entonces es cuando voy hasta el lugar oculto 
donde las gaviotas se burlan de mi espalda desnuda, 
donde las gaviotas presumen
de sus alas de bebé con plumas.
Allí yo sé que ellas han descubierto
que volar no sirve sólo
para irse al otro hemisferio
cuando empieza a ponérseles piel de gallina, 
que volar no es tan sólo
un medio de locomoción.
Allí yo comparto el secreto,
que ni los ornitólogos saben,
porque las gaviotas vuelan por placer,
las gaviotas vuelan por amor al arte.