“Tienes la necesidad de que otras personas te quieran y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irreales.”
¿Te describe lo dicho anteriormente? Lo más probable es que estés asintiendo entusiasmado y te preguntes como he podido saber todo eso de ti sin conocerte. La verdad es que no me hace falta y no porque tenga poderes sino porque me aprovecho de tus prejuicios cognitivos. En 1948, el psicólogo Bertram R. Forer dio a sus estudiantes un test de personalidad ficticio, puesto que a todos les ofreció una misma descripción indistintamente de los resultados - la que encabeza este artículo - y les pidió que valoraran del 0 al 5 la exactitud de lo expuesto. El promedio de la valoración fue 4.26 (85% de precisión), una cifra que sigue siendo válida hoy en día porque el experimento se ha replicado numerosas veces desde entonces entre estudiantes universitarios con los mismos resultados. Así, el efecto Forer - o el efecto de validación subjetiva - explica porqué hay tanta gente que sale de la consulta del astrólogo, quiromántico, grafólogo u otro terapeuta pseudocientífico que supuestamente lea su carácter, satisfecho y sintiendo que lo han retratado profundamente, ¡si ni usted mismo hubiera sido capaz de expresarlo con tanto detalle!
El efecto Forer - también llamado efecto Barnum en honor al cirquero P. T. Barnum como maestro de la manipulación psicológica - funciona porque somos crédulos y vanidosos y porque tendemos a aceptar declaraciones cuestionables y hasta falsas de nosotros mismos si son halagadoras. Si además de la enumeración de atributos positivos, el sujeto cree que el análisis se aplica sólo a él (por ejemplo si hubiera puesto su nombre al inicio) y cree en la autoridad del evaluador (porque sale en la televisión, por ejemplo) entonces la eficacia del efecto se acentúa y los charlatanes podrán luego seguir cobrándole nuevas visitas o llamadas telefónicas. Tampoco se le habrá pasado por alto que las afirmaciones de la descripción mágica son lo suficientemente vagas para que cualquiera pudiera verse identificado, lo que quizás esté doliéndole en el alma, ahora que se da cuenta de que no es tan original y único como usted pensaba. La próxima vez que piense leer el horóscopo, deténgase y mejor coja un libro sobre escepticismo de la biblioteca.
Artículo publicado en el Diari de Terrassa el 27 de febrero de 2015