A la mujer de pelo liso que antes tenía el pelo rizado hace tiempo que le incomoda ser muy feliz sin poder exhibirlo. Ha aprendido no sabe cuándo ni sabe de quién a sentirse avergonzada de su felicidad. Por si a caso alguien la cree indigna, poco merecedora de su suerte y se ofende porque le parece que presume en momentos de crisis, duros para mucha gente. Lo cierto es que es verdad que ella ha hecho más bien poco para estar tan bien, su vida no ha sido dura, pero ¿tiene que vivir con culpa su fortuna? Eso le pone triste, pues además no sabe si la censura que se impone responde a un exceso de corrección o a falta de arrojo.
Aparentar que ella es una mujer con una vida normal que sólo responde "bien” cuando le preguntan cómo le van las cosas, la tiene cohibida. Ella querría decir: estoy estupenda, no sólo no me puedo quejar sinó que me abruma no ser capaz de apreciar todo lo bueno que me rodea. ¿Saben? Me encanta poder dar una vuelta en bicicleta con mis hijos y mi marido cuando llega de trabajar a las siete de la tarde. Él conduce y nosotros vamos sentados delante. Es una cargobike eléctrica. La llamamos la Risas porque es de la marca alemana Riese & Muller y porque nos lo pasamos muy bien con ella. Y ¿saben qué más? Cuido de 16 geranios repartidos por casi todas las ventanas de nuestra casa y sé que la gente admira que los tengamos tan lozanos, se lo han dicho en el pueblo a mi madre. Ella también contaría, si pudiera, que estuvo cuatro años esperando a tener hijos y que después de dos abortos tuvo que someterse a una in vitro, pero que ahora está de repente embarazada y espera su tercer hijo y aunque no es una niña, podrá llamarse Armand, y eso compensará que no se pueda llamar Nora o Fiona.
La mujer que es feliz a escondidas a veces usa Instagram para poner fotos de su chimenea, de su biblioteca, de sus niños en pañales, de sus fines de semana en caravana (con farolillos de colores en el toldo) y aunque inició el recorrido en esa red social para tener un historial de recuerdos para la posteridad (con tantos cambios de móvil y poco espacio en la tarjeta, tenerlos a buen recaudo en una nube le parece lo más sensato), ha aprendido a usarla también, como el resto de usuarios, para mostrar con orgullo un poco de su vida sin sentirse juzgada.
Y todo porque no trabaja. Casi todo el mundo se lo echa en cara pero a sus espaldas. ¿Me entienden? Piensan qué bien vive sin hacer nada y si ella dice que sí, la toman como una privilegiada de la que no hay nada que admirar, y si ella dice que no, y protesta y replica que cuida a sus gemelos que todavía no tienen ni dos años y que su casa está limpia y ordenada y planea menús sanos y nunca falta papel higiénico en el lavabo, entonces también le dicen que igualmente, no es lo mismo que ir al trabajo, con un horario y un jefe. Por eso en cualquier caso ella hace ver que llama por teléfono cuando le preguntan a qué te dedicas. No le gusta decirse ama de casa, querría poder responder: soy una escritora en paro. Quizás así se compadecieran de ella y ella pudiera, de igual a igual, decir humildemente pero con entusiasmo que sigue siendo muy feliz.