Si pudiera leer mi vida
en alguna novela,
si estuvieran en sus páginas
con letra impresa
mis problemas
y en el índice pudiera
encontrar por capítulos
los años de mi adolescencia,
no me parecería tan grave mi existencia.
Si pudiera ser un personaje de ficción,
alguna damisela en apuros
de un romance,
si pudiera sustraerme,
alejarme,
verme como la heroína
de un relato,
hasta podría creer que mi vida
más que complicada,
es entretenida.
Bien pensado podría
crear una saga
dentro del género romántico,
o mejor una trilogía
de tipo fantástico,
pues no hay día
que no me enamore
ni mañana que no me enfrente
a una turba de dragones.
Considerar que quizás
mi historia esté siendo
analépsicamente narrada
por mi hijo aún no nacido,
apacigua mi inquietud:
ahora todos mis días
se han llenado de significado,
ahora sé que mi vida
está tejida con la misma minuciosidad
que el libro en el que todos los sucesos
son imprescindibles,
en el que toda circunstancia es propicia
para el transcurso favorable de la historia.
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