viernes, 10 de agosto de 2018

La mujer-gallina

Érase una vez una mujer que ponía huevos. Su producción era más bien escasa pero qué otra mujer de carne y hueso había puesto tres pares de huevos en dos años y 35 días. Ninguna, porque hubiera salido en el telediarios y ella siempre tenía puesto el canal de noticias 24 horas. Ramona nunca se había hecho una tortilla con ninguno de ellos, aunque eso tampoco era decir mucho, porque a Ramona no le gustaba la tortilla, pero sí los huevos revueltos, mucho, los de desayuno de hotel especialmente. Y tampoco había roto uno sólo de los huevos para zamparse un plato mojando pan con mantequilla. A su marido era al único al que no sorprendía que su esposa fuera una mujer-gallina, pero le guardaba el secreto: y es que sabía que los huevos que había puesto la loca de Ramona eran sólo los testículos de sus tres hijos varones.