Admitámoslo,
los poetas no somos dioses,
debemos aceptar
que hay situaciones
en las que sobran
las palabras.
Ayer por ejemplo,
no me sirvió de nada
esta verborrea
de papagayo hembra,
no había ni tan solo un verso
que pudiera describir
esta complicidad que nos abraza,
no había inspiración suficiente
para exhalar con rima
esos besos que me diste
sin darme,
esas caricias que estremecieron
el seno de mi vientre.
Hay tanta escasez de vocabulario
en este abecedario de letras humanas,
hay tan poca variedad en este surtido
de términos, de verbos,
de vocablos y de signos,
que voy a tener que ir pensando
en cambiar de oficio:
si no puedo componer un poema
sobre este anhelo que siento de darme,
sobre esta premura que tengo
de acariciarte,
no vale la pena seguir siendo poeta,
voy a cortarme esta vena lírica.
Yo lo que quiero es escribir y amarte,
poder demostrarte
que podemos ser un poema.
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