viernes, 19 de octubre de 2007

S de Soroche


Para el mal de altura,
crece.
Crece hasta que alcances las cumbres,
hasta que no tengas que ascender la montaña,
sino descender hacia ella.
Para el mal de altura,
crece:
basta que tus brazos se estiren
para acariciar las nubes
con los dedos,
basta que se agrande la distancia
entre tu mirada y el suelo.
Para el soroche,
para el vértigo,
tírate del primer balcón que veas
y ensaya,
la caída no es tan mala.
Súbete a los hombros
de algún hombre bueno
y ensaya,
desde ahí se alcanza a ver el mar
en plena cordillera africana.
Lo más probable
es que el mal de altura
no llegue a las suelas de tus zapatos,
si me haces caso y creces.

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