lunes, 8 de octubre de 2007

C de Cielo


En el cielo y no estoy muerta:
camino a cuatro mil metros de altura
de la mano de un hombre
que escucha y contempla mis palabras,
que las sigue con la mirada
hasta que como pompas de jabón
se rompen con el roce del aire.
En el cielo y no,
no estoy muerta:
soy llevada en volandas
por el aliento de un hombre
que exhala bondad.
Este don de la ubicuidad
ha venido de regalo
junto al amante
con cara de beso,
es un sobreañadido
a las virtudes
del galán
con cara de verso,
es el remate final
de este hombre
con cara de fruta.
Puede que tenga
razón Girondo,
puede que no se pueda
hacer el amor
más que volando,
pero lo que si es seguro
es que no se puede amar
más que en el cielo.

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