Tu no sabías
que tus manos tenían
la delicada habilidad
para trabajar la carne,
tu no sabías
que eras un artista:
pero estás esculpiendo
una mujer.
Tu no sabías
que un día cincelarías
a golpe de abrazos,
de verdades y de caricias
el cuerpo invisible
que da vida
al cuerpo tangible
de una mujer.
Pero ahora estás haciéndolo,
yo sólo soy el barro moldeado
por tus dedos de alfarero,
yo sólo soy el alabastro
tallado por tu escoplo
de amor a granel.
Quizás nunca vayas a
terminar esta labor
que te has propuesto,
quizás nunca puedas
dominar a tu antojo
todas las aristas
de mi silueta de amante,
pero no existirá
obra de arte más viva
en ninguna galería,
en ninguna colección,
que esta mujer
que estás esculpiendo.
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