lunes, 15 de octubre de 2007

E de Escuela


No tuve que aprender a quererte,
parece ser que amarte
es mi verdadera vocación.
No he tenido que aprender a abrazarte,
he nacido con ese don.
Sin tomar clases de repaso
sabría multiplicar tus
ganas de verme,
sin haber asistido nunca
a una escuela de refuerzo
podría resolver
la ecuación que encierra
la incógnita
de nuestro repentino amor:
son nuestras almas
las que se han encontrado,
son ellas las que se han enamorado,
las que se pasan el día
haciendo el amor.
No me ha hecho falta
pasarme la noche en vela
estudiando la lección:
yo sabría exponerte de memoria
el organigrama
que impera en tu cuerpo,
donde tus labios obedecen,
donde tus manos acatan
las órdenes que tus ojos
imprimen en tu cerebro.
Si asisto diariamente
a la escuela de tu corazón,
si me doblego
ante tus magistrales lecciones de amor,
es porque aunque yo piense
que ya sepa quererte,
intuyo que tu al quererme
me enseñas a amar más allá de ti,
me enseñas a vivir
con el amor como valor.

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