Semana del 3 al 9 de
marzo de 2008
Esto está lejos de
cualquier sitio. Incluso de noche la luna se ve más pequeña, como si aquí
estuviéramos lejos hasta del cielo. De todas formas hay algunas estrellas que
bajan a alumbrar el camino del internet café hasta mi casa y entonces, entre
los arbustos, docenas de luciérnagas se convierten en el único alumbrado “público”
de la calle de tierra.
Ya no se oye cantar al grillo que vivía en nuestro baño,
y no es tan raro que tengamos huéspedes tan extraños, el otro día en la cocina
encontré una rana que pensó que el barreño lleno de agua, por el grifo que
gotea, era una charca en medio de una sabana. No era mi intención provocarle
incontinencia urinaria por miedo, pero ni todo el jabón de lavar los platos me
quitó la sensación de haber sido rociada con los fluidos vesicales de un
anfibio. De noche los perros
quieren competir con los gritos de las iglesias con horario vespertino y
entonces los ladridos también podrían pasar por plegarias.
Hay un hombre que se
empeña en rezar como si se peleara con alguien, y es difícil cerrar los ojos con
esa voz demoníaca profiriendo jaculatorias. Orar en silencio es algo que aquí
se ignora, como si Dios no fuera a oír sus rezos si no se invocaran a gritos. La religión no es cuestión de fe, para ellos Dios no es algo en lo que se pueda
o no creer, Dios está tan vivo como Nietzsche cuando lo mató, Dios es tan
evidente como el picante de su comida. Pero no todos los asuntos se resuelven añadiéndolos
a la lista de pedidos al divino.
Las manifestaciones que empezaron el miércoles
por la tarde iban directamente dirigidas a las Naciones Unidas. La información
que corre en boca de todo el mundo es que una gran suma de dinero ha sido
donada a Ghana por parte de la ONU para que se utilice en la integración de los
refugiados. Desgraciadamente, los refugiados no quieren integrarse en lo que
consideran que sólo es un país de asilo transitorio, y piden que ese dinero se
utilice para ayudarlos a repatriarlos a Liberia.
Hace unos meses la repatriación
voluntaria proporcionada por ACNUR ofrecía vuelos gratuitos a Liberia,
posibilidad de llevar 50 kg de equipaje y cinco dólares para empezar de nuevo
en un país en el que ya no les queda nada. Estos últimos meses, la cantidad
asciende a cien dólares pero disminuyen el equipaje a 20 kg, por lo que los
refugiados se quejan diciendo que eso es como recibir los mismos cinco dólares
de antes, ya que al llegar a Liberia deberán comprar todo lo que no les cupo en
la maleta (y eso incluye neveras, camas, tanques de agua, sillas, armarios,
espejos y hasta cortinas).
Ahora, en dichas manifestaciones piden que les
proporcionen mil dólares por cada miembro de la familia (siendo considerados y
pidiendo solamente 500 dólares por los bebés). Han calculado que, aún así,
sobraría dinero de esa astronómica cantidad que Naciones Unidas donó a Ghana.
Pero, ay, si realmente pudiera ponerse en marcha su propuesta, hasta los
hombres querrían quedarse embarazados para recibir ayudas extras. Por cierto,
que la manifestación sólo era convocada por y para las mujeres, puesto que ya
otras veces los hombres se han manifestado provocando que el Ejército
interviniera hasta con tanques, como si los antidisturbios los pudieran usar de
arma contra los hombres con piedras o con pancartas.
Doris está convencida que
mil dólares por familiar es tan justo como injusto fue que le quemaran la casa
donde vivía en Liberia. Tiene razón cuando dice que si quisiera volver a su país,
no podría volver a su pueblo, donde no hay escuelas para sus hijos, ni
suministro de agua, donde la carretera hasta Monrovia se mide en días y el
pillaje y la delincuencia no tienen policía que los persiga. Ningún familiar,
ningún amigo va a hacerse cargo de ella, de sus tres hijos y de sus dos nietos.
Nadie a quien acudir en un país donde antes vendía pescado y vivía con el
marido que la ha abandonado. Cuando la guerra es tan cruel que las peores víctimas
no son los cadáveres, ninguna de las palabras de mis poemas sirve para consolar
a las Doris del campo de refugiados.